Cosas de aquí y de allá | Semana de la Moda
París encuentra el resplandor
Negro y marino infalible con Lagerfeld y ligero ultrasensual con Cortázar, mientras Ungaro viste el invierno de gris muy claro, en punto, tul y tejidos fluidos y vaporosos
El invierno 2009 se vistió de negro, marino, gris y plata, para ofrecer una silueta entallada de hombros levemente abullonados y elegancia infalible en la mujer Karl Lagerfeld, y hacerse ultrasensual y ligera con el modisto de origen colombiano Esteban Cortázar, quien debutó en Ungaro y en París. El precoz y jovencísimo Cortázar, que a sus 23 años cuenta entre sus clientas a celebridades internacionales como Eva Longoria, inundó su primera pasarela parisiense de una feminidad que quiso «asumida, sensual y fascinante». En busca de ese «resplandor interior» que toda mujer Ungaro puede tener, encarnación de «un entusiasmo apasionado por la vida», la belleza pasará el invierno que viene por el gris muy claro, en punto, tul y tejidos fluidos y vaporosos. Pantalones piratas, bombachos o rectos; faldas cortas o largas, drapeadas a menudo con efectos cortina; vestidos túnica asimétricos y jerséis escotados con piezas y elementos decorativos superpuestos, fueron algunas de sus constantes. A menudo monocolores o bicolores, dominados por el gris, más raramente por el rosa, sus conjuntos serán también estampados, dulcemente semitransparentes, de inspiración vegetal, en colores muy suaves, verdes, grises y beiges. Se adornarán con grandes collares de doble vuelta, hasta la cintura, y zapatos de tacón sujetos a los tobillos con una vistosa franja de cuero del mismo color gris. La nueva mujer Ungaro será fundamentalmente sensual, vista por este modisto que el pasado noviembre dijo sí a Ungaro y se convirtió en el sucesor de Peter Dundas, que anteriormente había sido colaborador de Roberto Cavalli. Con gran diferencia respecto a sus colegas parisienses, Ernesto Cortázar hizo desfilar con lentitud inusual a sus maniquíes, aunque él prefirió recorrer la pasarela a cierta velocidad para recibir al final los aplausos del público, que llenaba a rebosar la mayor sala de desfiles del Carrousel del Louvre. Sena arriba, ya en el Trocadero, Karl Lagerfeld eligió el espacio Eiffel para presentar la colección que lleva su nombre, dos días antes de ocupar el Gran Palais con ideas completamente diferentes para Chanel. Feminidad a discreción sobre su pasarela, donde jugó con elementos masculinos hasta el extremo de adornar algunos modelos, tanto de día como de noche, con dobles pajaritas o cuellos blancos rectos, como los que a él mismo le gusta llevar, pero aquí a modo de collar. Como ya había hecho saber el maestro, siente en estos momentos cierta «debilidad» por el azul marino, algo que pudo comprobarse hoy en su colección, donde también hubo, como marca la tradición no escrita, mucho negro y gris pero menos blanco que de costumbre y alguna aparición del rojo.