Diario de León

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SE ESCANDALIZAN desde fuera de la parroquia (y «en dentro», que se decía antes) de que las nuevas directrices vaticanas que inspira Benedicto XVI sugieran que vuelva a darse la comunión en la boca y que se reciba de rodillas, humillando la talla, con unción y sin dedos al tocar o compadreo en el tuteto de lo divino. Cosa parecida se ha hecho también al devolver la legitimidad y el uso de la misa en latín y, además, con el oficiante de espaldas, de cara al misterio y de culo al pueblo feligrés. Es una apuesta por la solemnidad tradicional que tantos siglos dio resultado. Pero se esacandalizan algunos porque lo entienden como un retroceso, como una victoria del integrismo liturgista que hace unas décadas nos escandalizaba cuando lo patrocinaba en condición de cruzada y rebelión aquel obispo Jacques Lefèvre -francés, cismático y tridentino-, que se salió por peteneras de la órbita doctrinal romana con roquete (y capisayo) y por la tangente del anatema con altanería (y profetismo refractario). ¿Tenía razón, pues, en su cerrazón y liturgias, en su teatralidad sacerdotal?... La feligresía se sentirá algo desconcertada. Costó lo suyo que el personío de tradición o edad aceptara la comunión en la mano. Ahora se harán un lío. Incluso habrá algún escrupuloso que rechace esta regresión que revisita los ritos muertos porque demostrará que, al dar la comunión en boca, no es nada difícil que el oficiante contacte con la saliva del comulgante y se la vaya pasando así al siguiente, estableciendo una cadena de posibles contagios. Esto es cierto, pues a quien recibe la forma en su boca le llegará un dedo mojado previamente en muchas otras bocas. Seguramente no pase nada, pues lo mismo ocurre cuando uno tras otro van besando una reliquia o depositando los labios en la espalda abrazada de Santiago (el hinduísta se baña en aguas podridas del Ganges, con muertos allí flotando, y no constan mayores pestes o epidemias). Seguro que el numen divino hace de antiséptico en estos casos, aunque tampoco extrañaría nada que desde fuera de la parroquia venga alguien con alguna razón exigiendo que se aplique también en este comulgar la normativa sanitaria en vigor sobre manipulación de alimentos, pues alimento es lo que se da y establecimiento público el concurrido lugar.

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