Diario de León

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YA no hay fotos de candidatos con niño en brazos o dándoles ese beso que la criatura siempre rehúsa cuando viene de un desconocido a babearle el carrillo. Ya no hay niño. Ahora es niña y se lleva en la boca, en la palabrería electoral de un discurso poético y enternecedor. La niña de Rajoy no era original, al parecer. Ahora dicen que sus asesores de campaña copiaron ese discurso que rubricó los dos debates matraqueros de una de las arengas o mítines de candidato demócrata Barack Obama, ese senador que seduce y que asegura que le reza todos los días a Jesús después de que se le viera con ropajes de musulmanía, tipo con carisma que le está batiendo la clara del montenevado al flan de la Clinton (la llaman por allí Clítory Clinton, porque se excita llorosamente un huevo cuando se le marcha la parroquia al sermón del contrincante; y dicen que Obama lo está viendo todo blanco porque la Clinton sólo puede verlo todo negro). Barack -como imitando al gran orador religioso o a un Luther King cuando decía «he tenido un sueño»- compuso la misma imagen de una niña que quería que creciera en un país más justo, igualitario en posibilidades y con la perspectiva de un futuro no abollado o en precario. Y a don Mariano el de las discípulas le aprovechó de perlas el argumento y lo reinsiste, pese a la chufla que se traen en la otra trinchera con la nena, esa pequeña reina de corazones y de votos («de la alforja hasta el jumento, todo es bueno pal convento»). Fernando Jaúregui decía ayer mismo que el candidato republicano McCain también ha utilizado a la niña en sus discursos y pinturas del futuro. Eso es que todos tienen calculado que meter a una niña en un homilía política o en una promesa discursada mueve a emoción dulce y piadosa entre el auditorio contagiando lagrimina a esa mitad del voto que es mujer y respira por el corazón tanto como por la cartera, no como el hombre (somos la leche del flan) que tenemos únicamente una estructura de monedero en el tarro («sólo hay dos tipos de hombres: los que quieren dinero... y los que no saben lo que quieren»). Pues entonces, que se vote a la niña, esa niña bonita que a todos gusta, niña mascota, niña traída sin preguntarle, niña mascarón de popa de candidatos a toda vela, pero sin vientos.

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