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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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LO CONFESAMOS CON LA MANO puesta en el corazón. No sabemos por donde tirar: Si ir en pos del patrimonio más brillante de la historia después del de Napoleón y Josefina, o vestirse de Carnaval como los alegres compadres de La Bañeza o de Velilla de la Reina. Son estos nuestros tiempos más difíciles durante los cuales no se sabe bien si dominamos o somos al fin vencidos por el consabido perjurio y las malas artes del oscuro Sinón. Y como por otra parte o por cualquiera de la parte que se mire el Carnaval está encima y la relación de obreros parados aumenta de modo anormal no se sabe nunca a qué pie quedarnos, o si tomarlo de chirigota carnavalesca o seguir la huella brillante, del señor Sarkozy y de la ya no menos señora Doña Carla Bruni y perderse a la sombra de las pirámides¿ El mundo es cambiante y cuando los españoles esperamos, alegres y confiados, en nuestro capítulo de ordenación de las cosas, y su equilibrio económico, surgen los estadistas para denunciarnos que lejos de amainar los efectos del paro, se extiende éste de manera tan alarmante que no sabemos cómo salir del paso a desnivel. Según los tratadistas a poco más de un mes los datos recogidos nos denuncian que el paro registró el peor de los índices. El paro ha subido no menos de 132.378 personas superando la cifra de los dos millones de personas. Ante tan dramática perspectiva no se sabe qué hacer con la estadística, con el gobierno, con el presupuesto o como las carnestolendas, ni con el feliz matrimonio del señor Sarkozy y Doña Carla. Y en estas y en las otras estamos cuando se nos anuncian los resultados de las elecciones, en las cuales se pretende que la parte contratante deje la piel y las entrañas. Los unos y los otros, unidos a los de más allá, se presentan a celebrar juntamente con los Carnavales el advenimiento de la victoria de aquellos que al parecer han acumulado méritos para el triunfo. Es entonces, cuando sea descorrido el velo del templo, cuando nos será posible proclamar los vencedores y es entonces cuando se procederá al reajuste feliz de los datos acumulados y será el momento del crujir de dientes y de las alegres músicas victoriosas. Hasta entonces, no nos queda sino lo ilusionante de haber formado parte del equipo llamado a la victoria. Y corramos los unos y los otros a ajustar nuestros cíngulos para seguir soñando en que otros tiempos vendrán que buenos nos harán y en los cuales nos parecerán signos felices los matrimonios brillantes con viajes a las pirámides y caso, tal vez, quien sabe, la borrasca del paro cederá sus ímpetus y nos será más fácil emprender la aventura de enjugar nuestros déficits. Estamos en tiempos de confusión y todavía nadie sabe si surgirá la enfermedad nueva. Mientras, los alegres muchachos de las estadísticas favorables siguen los pasos del calendario y sobre todo la marca de las encuestas, antes de que nuestras ilusiones se vuelvan motivo de lágrimas. Sarkozy y Carla, Zapatero y Rajoy, Barcelona y Madrid. Elevando el corazón a los señores obispos pidiéndoles paz sin martirio. Porque el martirio es la única manera de alcanzar la fama sin poseer el menor talento¿