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CRÉMER CONTRA CRÉMER

Arsénico y huelga sanitaria

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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NO LO PUEDO EVITAR. Tal vez se trate de una inclinación natural de mi naturaleza y me parezca que todos los datos que rondan por mis tejidos son negros. El caso es que cuando más necesitados estamos de sosiego y buen entendimiento; cuando incluso el presidente de un gobierno acatólico, o como sea, se reúne con el Nuncio para ver el modo de armonizar los distintos estados de la nación, es en estos momentos cruciales, digo, quiero decir, cuando se producen hechos muy dignos de ser recogidos y analizados. Porque algo tiene el agua cuando la bendicen y no es en vano que cuando a León le amenazan millones de topillos que darán con la derrota general de nuestra agricultura, se declara la huelga general de médicos activos, por cuestiones entrelaborales y científicas, dejando a millares de enfermos con el hígado en ascuas. Yo no digo, líbreme Dios, que poner en duda los derechos que tienen los doctores es para exigir la mejora de su cuadro general. Yo no pongo en cuarentena, la dificultad que la Sanidad, la agricultura, la pertinaz sequía y los escasos medios de que la lucha por la sanidad general tienen sus laboriosos profesionales. El caso es que en situaciones generales, francamente catastróficas, León está obligado a soportar una de las huelgas más difícilmente explicables y menos atendidas. Es como si los vientos negros, que tienden siempre a acumular tifones sociales, ante los topillos en guerra, la pertinaz sequía y la amenaza de aumento de los precios de los productos de la tierra, los hados hubieran decidido poner las cartas boca arriba y ceñir nuestros lazos sociales hasta hacerles incompatibles con el sosiego, con la solidaridad, con el cumplimiento sanitario obligado ante la crisis, y abrir los pozos negros que se abren a nuestro paso para mostrarnos la mayor y más ruin de las dificultades: el arsénico. Sospecho que la mayor parte de nuestros amigos conocerán alguna de las cualidades venales del arsénico y sabrán que se trata de un producto que, en determinadas circunstancias, es mortal de necesidad. Bueno, es como si a nosotros, los acosados por los topillos y por los precios de todos, absolutamente todos los productos de primera, de segunda y de tercera necesidad, andamos los leoneses del reino de arsénico hasta las cejas. Y si los unos y los otros, no acaban por entender cuales pueden ser sus obligaciones ante la profunda crisis a que estamos sometidos, nos veremos envueltos en la tormenta seca de los tifones; seremos comida de los topillos y el arsénico dará con nosotros y con nuestro espíritu al pie de los altares. Por si todo lo que nos amenaza fuera poco, va el Ilustre Colegio de Médicos y declara la huelga anunciada, de una duración y densidad como para temer lo peor. Acudo al médico que me corresponde según la ley y le expongo mi situación: Estoy enfermo, dolido hasta los intestinos, no sé que hacer con mis quebrantos y dolores. Y llamo a la puerta del vecino, que es algo médico. La respuesta me abruma: «Estamos en huelga». Es exactamente, me digo, lo que le faltaba a la sociedad leonesa para el duro».

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