Diario de León

CORNADA DE LOBO

Voto chisgarabís

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ANOTA: la democracia digital existe; gran avance; se vota desde lejos con tiruliru y dedo tieso; se ve el voto, pero nunca al dueño; es la fórmula que instituyen teles o espectáculos y acabará yendo a misa, misa con focos, créeme: un móvil-un voto; ya... o veinte, sesenta... ¿será por votos?, ¿será por móviles?; manda mil quinientos mensajes, Manolín... Pasado mañana por la mañana habrá elecciones digitales y serán historia las colas del sufragio, el paisa con papeleta y el chafar la excursión o la tumbada de un domingo electoral. Lo veremos. Los ensayos vienen siendo resultones y de gran espectáculo: se televota, se telenomina, se telesalva... El voto digital es técnicamente posible... y temible, pues sólo votarán los que tengan aparato y lo entiendan. Pongamos, sin embargo, que en un futuro el Estado proporciona a cada elector esa máquina votante y existen garantías de que nadie pueda pucherear o votar varias veces; supongamos que la fiabilidad democrática es absoluta. Pues entonces, no lo veremos, quitallá, dice la maquinaria electoral de los partidos, porque la abstención que ahora tienen controlada y computada en sus cálculos podría reducirse al mínimo y surgiría el voto loco, el cabrón, el gamberro o el chisgarabís, voto del aloriado, del descriteriado, del borde o del chiquilicuatre («hombre de poco juicio y enredador», lo define el diccionario; ¿sólo hombre, sólo masculino?; ya; no hay mujer chiquilicuatre). Ese otro Chikilicuatre de tupé-boñigo y pedito electrónico es el resultado del voto digital; ahí lo tienes, báilaló, báilaló... aunque haya tenido su elección tanto de democrática como yo de castrador de monos zurdos de la margen izquierda del Amazonas. Pero ese voto va a misa, se le ha otorgado el refrendo popular y llevará a ese chisgarabís de pega a las eurovisiones y eurodelirios en colorines con lituanas y chipriotas que imitan lo que sea y barrenan en inglés... o rebotados ibéricos a los que ya sólo cabe la gamberrada de patio de instituto para adelantarse a la risa de los otros o a las vísperas de nada. Pero por ahora, ese voto digital que tanto mola y tanto dicta no representa más que a los que se prestan a un juego raro teniendo móvil y ganas de entrar en sus sorteos-cebo (mensajito al cinco-cinco y te llevas un porsche, posa la pasta, gilipollas... y créetelo)... Así que... democracia digital.

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