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Publicado por
Antonio Núñez
León

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CIERTO AMIGO mío que volvió el otro día de Ibiza y entiende de economía menos que un hippie dijo estar sorprendido por la cantidad de tiendas, restaurantes y hoteles que colgaban en la puerta la misma leyenda: «no se necesita personal». Solo otro vecino no se inmutó a la hora de los vinos con la noticia, llegando incluso a asegurar que, si no fuera porque lo tiene atado su señora, él mismo emigraría ya a la isla Pitiusa, no tanto por el amor libre como porque tiene una imprenta y podría forrarse con la exclusiva de los carteles de la crisis. Dejémoslo ahí. Luego valorando los tres el alcance de la recesión general del país, ronda va y tapa viene, palote a palote, contando con los dedos y tras hacer la cuenta de la vieja concluimos todos que, si ahora avisan que no hace falta personal, es porque otros años lo necesitaban. O sea el paro. En esto creemos habernos adelantado al ministro Solbes. De la crisis financiera que se avecina se va a hablar mucho durante los próximos meses y años. No sólo en los consejos de ministros, sino también en la mesa camilla de casa, cuando venza la hipoteca o la pensión no alcance. Prometen los gobiernos en plan José Luis López Vázquez para animar a las matildes en las bolsas del mundo mundial que van a tomar medidas cuando las cotizaciones se asienten. Pero eso le recuerda a uno tiempos pasados, cuando a un presidente de la Bolsa de Madrid, bastante viejo, sabio y cachondo, de nombre Blas Calzada, servidor creyó hacerle un hábil interrogatorio sobre la crisis de los ochenta. «¿Jefe, cree que hemos tocado fondo?», le entrevisté. «Sí», respondió el otro, «ahora nos toca cavar». No es probable esta vez que los multimillonarios se suiciden tirándose desde las ventanas de los rascacielos de Nueva York o de la terraza de las madrileñas torres de Azca y Kio para hacer juego con la caída de las cotizaciones bursátiles, pero hay mucho pequeño ahorrador que se lo está pensando desde el segundo piso de un pobrín plan de ahorros o de pensiones. Los magnates, más que nada constructores de muchas alturas, diversificaron a tiempo el riesgo nada más barruntar que el negocio podía derrumbarse, así que, sí caen, tienen una manta por lo bombero, da igual en depósitos a plazo fijo aquí que en Suiza. La clase media y baja se ha quedado pringada, en cambio, en una hipoteca por treinta años o más. El problema en el nuevo mundo globalizado es para quienes viven en la planta baja (mileuristas) o en el sótano (parados, emigrantes o ambas cosas a la vez). Ellos son los que, según la teoría del síndico de la Bolsa, Blas Calzada, van a tener que cavar. Un país camino de tres millones de parados va por muy mala senda. Si todos fueran indígenas ya sería problemático, aunque las familias, como antaño, harían de colchón de pobre. Pero con un treinta por ciento o la mitad de paro inmigrante la cosa se complica y puede dar lugar a no poca conflictividad y miseria social en la calle. También de delincuencia pura y dura, cuando el hambre aprieta incluso a los más honrados. Muchos opinarán que esto es catastrofismo, pero es el panorama y lo que se ve. Le echan la culpa a las hipotecas subprime de alto riesgo en Estados Unidos, teóricamente responsables del crack actual en España y media Europa. Efecto contagio no sé si habrá, por mucho que lo niegue el Gobierno, pero la hipoteca le ha subido a mi cuñada 200 euros al mes, y no vea usted cómo se ha puesto porque no son 40 duros de los de antes. Andan tan mal las crisis que ni siquiera los obispos lo toman por un pecado venial y añaden ya la especulación a los siete pecados capitales -lo del capital nunca mejor dicho, machos- de toda la vida. Tan grave es que algunos de los que sustituyeron el cepillo por un cajero automático a la entrada de la parroquia por no hacer caja con calderilla -y esto va a misa-, ya no aceptan tarjetas de crédito para los diezmos. Cosas de Walt Street y la banca vaticana cuando van de capa y copón caído. En España se decía que la crisis económica de los gringos no iba a llegar porque estábamos en una situación superpotente desde la retirada de Irak. A lo mejor, pero aquí sólo hay petróleo en Valdeajos (Burgos), tan poco que casi nadie lo sabe desde que inauguró los pozos Franco allá por los útimos años sesenta. Y durante la campaña electoral el Gobierno ha negado sistemáticamente que haya crisis. ¿Qué crisis? ¿Cuála? El que se refiriera a ella era antipatriota, según Zapatero, ahora reelegido. Decía Churchill que la democracia es el peor de los sistemas políticos posible «...descontando todos los demás». Para mí que era un optimista al que se le subieron los humos del puro a la cabeza. La prueba es que perdió las elecciones nada más ganar la Segunda Guerra Mundial.