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Estigma, el peor virus

Las ONG alertan de que la discriminación de las personas con VIH favorece su transmisión y dificulta la lucha contra la propia dolencia

La soledad es uno de los problemas de los enfermos del VIH

Publicado por
Manu Mediavilla - madrid
León

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A propósito del VIH causante del sida, no hay peor 'virus' que el estigma, ni mayor peligro sanitario que la discriminación de las personas infectadas. Así lo reconoció en 2001 una asamblea especial de las Naciones Unidas, que encargó a ONUSIDA iniciativas para acabar con tales prejuicios y marginaciones. Y así lo sigue entendiendo la coalición comunitaria española RED2002, que en 2003 creó con idéntica finalidad el Observatorio de Derechos Humanos y VIH-sida y que ahora vuelve a la carga con un Centro de Recursos Mediáticos para favorecer una imagen realista y no discriminatoria de la enfermedad y del colectivo afectado. La Organización Mundial de la Salud no se cansa de repetir que «a pesar de los logros en tratamientos, sólo la prevención conseguirá cambiar el curso de la epidemia». Y desde la ONU y su Programa Conjunto sobre el VIH-sida se insiste en la necesidad de «sacar al sida de las sombras y difundir el mensaje de que el silencio equivale a la muerte». Un mensaje tanto más urgente cuanto que, gracias a las nuevas terapias antirretrovirales, ahora «se puede vivir con VIH», sobre todo en los países desarrollados, pero cada vez más también en el mundo pobre. Peligroso aislamiento El eterno 'gran enemigo' en la lucha contra la pandemia es, de hecho, la ignorancia que alimenta irracionalmente el estigma y la discriminación. Porque, como subraya la asociación Apoyo Positivo en una de sus campañas de sensibilización, «lo que más preocupa a la persona infectada es el miedo al rechazo de los demás», y ese «sentimiento de aislamiento y soledad hace que el virus se extienda más rápido». La marginación no sólo «encierra» en su entorno a las personas con VIH y a sus familias, sino que levanta un muro que dificulta la imprescindible educación preventiva para evitar su transmisión. En los países en desarrollo, con el África Subsahariana a la cabeza (22,5 millones de infectados, el 68% del total mundial), la estigmatización resulta temeraria porque alimenta la espiral de aislamiento, silencio y transmisión del virus. Pero también es preocupante en el mundo rico, incluida España, donde el Observatorio de Derechos Humanos y VIH-sida de la RED2002 ha visto cómo las consultas y denuncias sobre discriminaciones en los ámbitos laboral (prueba del VIH para entrar a trabajar) y financiero (análisis y datos médicos al solicitar seguros y créditos) llegaban a superar a las dudas sanitarias. En este contexto, el movimiento asociativo multiplica sus iniciativas para cambiar esa imagen deformada por otra de respeto a los derechos humanos de las personas infectadas. En el caso del recién creado Centro de Recursos Mediáticos, se trata de implicar a la profesión periodística y a los medios de comunicación en un «espacio de encuentro» con las ONG españolas que trabajan en ese ámbito para combatir el estigma que sigue rodeando al VIH-sida. La idea se suma a otras ya en marcha que también usan recursos informativos para la sensibilización, como las muestras de fotografía de Ayuda en Acción y Médicos del Mundo, cuyos respectivos títulos dan clara idea de su objetivo: Vidas en positivo y FotogrÁFRICA. Vidas alrededor del sida . Fuera de nuestras fronteras, las iniciativas contra la estigmatización de las personas con VIH también se han hecho habituales, y Onusida no ha dudado en difundir algunas de esas «buenas prácticas» como modelo. Pero lo más importante es el ejemplar esfuerzo cotidiano por dignificar a quienes llevan el virus, sin distinción de sexo, raza, edad o condición. Como ha hecho la rama latinoamericana de la Comunidad Internacional de Mujeres Viviendo con VIH-Sida (ICW-Latina), al dar voz a una docena de muchachas para que contaran en un libro, «Ynisiquieralloré»,