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CHAPURREABA el euskera el Padre Isla sin gerundiar la cosa. Mala leche tenía el tío, de cazurro y jesuíta. Rescato una carta suya que alguien me mandó una vez y aquí ordeñé, pero vuelvo a estamparla por vaguear con disculpa; que hable el docto. Desde Valladolid, a donde le destinaron, escribe en febrero de 1750 a una vieja amiga de su añorado San Sebastián, Manuela de Larramendi. «Atsoa nerea ( vieja mía ): No pude escribir el correo pasado, porque me molieron las visitas, y todavía me están moliendo. Ya encargué a Chantón Aguirre avisase a Vm. de mi infeliz arribo a este original de la cueva de san Patricio. Remítome a lo que le escribo a la Emperatriz malograda y ahora encargo a Vm. que me haga una probua (falso duelo de mujeres) muy reverenda, porque ya me puede contar entre las calaveras... Es cierto que estos viejos me han tratado y me tratan como si fuera uno de ellos y de los más aquellados: aposento de ex-provincial, distinciones, preeminencias de reverendísimo; pero, Señora mía, los viejos de acá no son como las viejas de allá y hay grandes diferencias entre los Zarras y las Atsoas. Cágome en sus exenciones, que ya no soy niño para pagarme de confites. Vale más un pedo en cualquiera de las dos Salas de allá, que todos los coches y todas las Usías de Valladolid. Ya me habrán ofrecido como hasta unos veinte; pero todos ellos los trocaría por el rocín más manco de la Puerta de Tierra. Diga al amigo Vicario que me retracto de lo que dije: aquí hay mar, y más que mar, porque no hay otra cosa que mareadores y mareas, pues navegan los coches en piélagos de mierda. ¡Y que haiga mentecatos que se paguen de esto! Al fin, yo tiraré lo que fuere bastante para bien parecer; después Dios dirá lo que será. Ahora vaya Vm. dando las memorias que se siguen: Al Vicario, Panza de nueve; a don Nicolás, Cari-culo; a Ansorena, Carimorcilla; a Oquendo, el Barrigudo; a doña Lucía, Zarandona; a Luchi, la Pastelera; al Compadre, el Académico... De Colasa, Pepa Inachi, Gutzizco y Escobedo de mío no hablo; porque ni ellos entienden mi lengua ni yo la suya... Agur, Andrea, ondo bizi (adiós señora, le vaya bien). Zurea biotzetic (tuyo de corazón).»... Jodó con el cura Isla. ¿Inventaría él lo de «mierda, moscas, gitanos y ganas de ser Madrid: Valladolid»?