Hay que buscar variedades que se adapten a las nuevas exigencias del clima

La solución para las vides del futuro vendrá de la mano de variedades y clones adecuados a las nuevas condiciones. Recomiendan los expertos volver a seleccionar material vegetal y buscar variedades que maduren acompasadamente con las nuevas condiciones climáticas. Las tradicionales como garnachas, cariñenas o tempranillo han sido desplazadas en ocasiones por cabernet u otras variedades que vinieron del norte. Posiblemente, habrá que buscar entre las variedades tradicionales. Será una adaptación continua de forma que las cepas que antes se plantaban en la costa comienzan a plantarse en el interior, y las que estaban en el interior pasan a la montaña. También deberán modificarse las prácticas vitícolas, como tapar los racimos, para retrasar la maduración de la vid. Del mismo modo, deberán tenerse en cuenta otros factores como que los portainjertos sean más resistentes a la sequía; que las orientaciones norte a este son más favorables, evitando las calurosas laderas orientadas a mediodía y poniente, y que convienen los suelos más frescos (arcillosos), con un elevado poder de retención de agua, y mejor todavía si son profundos, donde se puede acumular el agua del invierno o primavera para asegurar su disponibilidad durante el período de vegetación y sobre todo de maduración. Además, las hojas basales deberán ser conservadas para sombrear y proteger los racimos del exceso térmico y luminoso, y no realizar la práctica de deshojado más propia de climas más fríos. Por último, las podas cortas favorecen la concentración de la vegetación sobre los racimos, mejorando las condiciones adversas de los climas cálidos.