Diario de León

Desafío extremo Polo Norte

Sobre la masa de hielo ártico

El aventurero leonés Jesús Calleja llega a 180 kilómetros del Polo Norte, donde descubre las dificultades de su nuevo desafío y la belleza extrema del paraje

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Jesús Calleja
León

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A migos, ya he llegado al Ártico. Pero antes, nos fuimos a cenar con los dos únicos españoles que viven en estas remotas tierras. Me hice con el teléfono de María Luisa. La llame a las nueve de la noche y quedamos para cenar en uno de los dos restaurantes que hay en Longyearbyen. La reconocimos muy rápido, era la alegría de la huerta. Los noruegos no conocen esa risa. Son altos, rubios, guapos, de facciones casi perfectas... Pero en el diseño nórdico les falto la risa. María Luisa nos presento al otro español, Luis Merino. Ella está haciendo un doctorado, trabajando para el departamento de microbiología marina de la Universidad de Longyearbyen, y vive aquí desde el año 2006. Él es geofísico, especializado en física del plasma, y se vino a estudiar auroras boreales, arribando en las Svalbard en octubre del año 2007. Nos lo pasamos bomba. Con la alegría en el cuerpo y varias cervezas nos fuimos a la cama. Por la mañana pesamos los trineos y mis temores a no poder aguantar la travesía polar han aumentado. Miro el tamaño y peso del trineo y me miro a mí y me da la risa. 80 kilos frente a 59 que peso. Ramón presupone mis temores y creo que le doy un poco de pena, pues me dice que intentará quitarme peso de alguna manera. Embarcamos en un obsoleto avión rumbo a la base flotante Borneo. Desde las ventanillas admiramos la belleza pura de las montañas nevadas de las islas Svalbard, que se mezclan con un sinfín de glaciares. Al llegar a la costa se confunde con el mar helado. Lo distinguimos por que flotan miles de témpanos. Si a todo esto le sumamos que nos dirigimos a un punto a menos de 200 kilómetros del Polo Norte, las sensaciones se disparan. Estoy nervioso como un niño cuando le dan el regalo de reyes: ¡Me voy al Polo Norte! Poco a poco el mar está completamente helado, ya no hay témpanos, es un bloque compacto de hielo sólo truncado por el gran número de canales que cada vez se abren en mayor número. Es el signo inequívoco de que el cambio climático avanza a un ritmo impensable sólo hace unos años. Ya no es una masa de hielo homogénea, Estamos los cuatro aquí en mitad de la nada, en un lugar tremendamente hostil a -35ºC, con un ligero viento y, en mi caso, con cara de tonto de tanta belleza simple. Bajamos los trineos del carguero, y caminamos 200 metros hasta la base Borneo, que es una pequeña instalación de hangares de plástico. No hay nada más a cientos de kilómetros a la redonda. Nada más llegar nos meten al comedor para darnos un té o café caliente, pues el choque de temperatura al bajar del avión es bestial. El avión no puede estar parado debido a que el peso terminaría por romper el hielo y se iría al fondo. El director de la base Borneo, que se llama Víctor Boyarse, nos da la mala noticia: hay una tremenda deriva, es decir que toda la masa del hielo ártico se mueve. Para que os hagáis una idea más clara, una jornada arrastrando el trineo son 15 kilómetros, pero si la deriva es de 24, en realidad nos alejamos del Polo Norte 9 kilómetros. ¡Vamos para atrás en vez de hacia delante! Hemos decidido quedarnos en la base. Nos fuimos a la cama a eso de la 12,30 de la madrugada, pero con un solazo de miedo, pues aquí hay sol las 24 horas al día. Por la noche hemos pasado un frío increíble, yo creo que ha sido de la peores noches de frío de toda mi vida. Al final terminé en el saco de dormir de Maria a ver si cogía calor. Tuve suerte, no me dio una patada en el culo. Ramón está tan tranquilo. Dice: «Una noche normal en el Polo». Tengo hielo por toda la cara. Se forma al respirar. Hay que tener a mano un cepillito de raíz para quitarlo y conviene tapas las pestañas cada hora con la manopla para deshacer el hielo que se forma sobre ellas. Resumiendo, pienso que será una pesadilla luchar contra tantas cosas, sobre un hielo que en ocasiones tendrá apenas 15 centímetros de grosos y que se ondula al caminar. Será duro, muy duro. Estad atentos a las siguientes crónicas, prometen tensión e incertidumbre. Desde casi el Polo Norte, Jesús. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es

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