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CRÉMER CONTRA CRÉMER

El enfermo y la huelga

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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LOS SEÑORES MÉDICOS INFORMAN, para consuelo y conformidad del buen pueblo, que en los casi quince años que llevan en huelga de quirófanos cerrados son ya cerca de diez mil las consultas aplazadas. Por la huelga, señor, por la huelga de cada día. Como todo el mundo está obligado a saber, la huelga es el instrumento, el medio, la manera de que los desairados y enfermos se defiendan contra los médicos y contra los fármacos. Yo, concretamente, para no salir de casa, admiro a todos los médicos, incluso al que no acaba de atender mis dolencias, que son tantas que no me extraña que el doctor me evite como a un catarro. Los señores médicos tienen derecho, a declarar su huelga, lo mismo que el albañil, que el carpintero o que el empleado municipal. Una huelga es patrimonio de todos. Lo que hace falta es temple y necesidad. Y los señores médicos tienen necesidad de que se les atienda, lo mismo que yo, cuando acudo a la consulta de mi médico de cabecera. Hubo un tiempo en el que la huelga, propiamente dicha, solo afectaba y correspondía a la gente de andamio y a los ferroviarios. La Telefónica sostuvo una huelga famosa, en la que dejaron la piel y el páncreas los obreros del cable y del auricular. Al final, como sucede con casi todos los movimientos reivindicativos, los telefónicos más impenitentes, acabaron en la puñetera calle, más parados que los trenes de la ministra española del ramo. Con las huelgas de la Sanidad hay que andar con mucho cuidado porque los enfermos, que somos más de un millón, vivimos con su permiso. Los médicos tienen razón, nada más ni nada menos que la razón, porque lo que demandan de la Junta de Castilla y León y de sus islas, lo que piden, digo con absoluta educación y buenas maneras son cuestiones, y no como nosotros los enfermos que a veces pedimos imposibles. Solicitan, naturalmente, que se revisen sus escalas económicas para todos los médicos, exención de realizar guardias a médicos valetudinarios con más de sesenta años y jornadas de trabajo bien estudiadas y no como pueda suceder en la actualidad, que el médico que se descuida acaba haciendo jornadas continuas de día y de noche. Los señores médicos a los cuales yo adoro, por la cuenta que me tiene, tienen además de la razón una resistencia que ni el diamante: Aguantan sin ver a un enfermo día y días y contemplan el quirófano como una pieza para el Musac. Se suspenden operaciones, se aplazan consultas, y se pierden enfermos. Y eso, señores y señoras de la sala es malo, es otra enfermedad que no tiene remedio. ¡Sí lo sabemos nosotros, los enfermos consuetudinarios que andamos buscando médico como el candidato a algo busca votos! En nombre de todos los dolientes, el que suscribe, enfermo desde la cabeza a los pies, solicita de quien corresponda, que se atienda debidamente a los señores médicos. Porque enfermos hay muchos pero médicos menos y ya en esta hora de recuperación en la que vivimos, más que pelotoneros para el Real Madrid, lo que España necesita con urgencia, son médicos, médicos, médicos.

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