Los templos del pichón y la paloma

Son pequeños o grandes emblemas arquitectónicos de nuestros campos y valles, característicos vigías del horizonte, redondeados, cuadrados, octogonales... verdaderos templos en los que reinan el pichón y la paloma: se trata de los palomares leoneses, esos que vemos a veces medio derruidos pero sin perder un ápice de su humilde dignidad, o bien restaurados, altivos, con su aire de pagoda de adobe. Mañana continúa la entrega de los libros que componen la gran Biblioteca Leonesa de Tradiciones: por sólo 1,80 euros más el periódico, el lector de Diario de León obtendrá el número tres, Los palomares , de Santiago Díez Anta, con toda la información, historia, tipología, decoración, folclore y detalles curiosos relacionados con este tipo de construcciones, tan características de León. Pero peculiares no sólo de las tierras llanas, donde son más numerosos, palomares de tapial, grandones, a lo mejor con un cortejo de chopos o de sauces, o solitarios en medio de los adiles y oteros; sino también de otras comarcas, pues los hay en la media montaña, en el Bierzo y en la Cabrera, hechos de piedra, lajas de pizarra o cantos rodados. «Los palomares son, sin duda, una de las más sugerentes manifestaciones de la arquitectura popular leonesa -escribe el autor de este curioso libro-. Esos muros de adobe, tapial, piedra o ladrillo, armoniosamente coronados por un juego de cortavientos y faldones, testimonian el gusto y buen hacer de muchos artesanos locales. Su construcción serena y equilibrada nos habla de la recia personalidad de nuestras comarcas, de las que se erigen en símbolo y enseña». Doctor ingeniero agrónomo, con una vida ligada a la creación y desarrollo de regadíos en León, Díez Anta ofrece, además de una radiografía del palomar leonés, horadado de nidales o ñales (nidos) una reflexión sobre la urgente necesidad de su conservación.