El paisanaje
Hace falta un cacique
ESO ES LO que se murmura por todas las sedes del PP y en lo único que está de acuerdo la alicaída tropa después del último revés electoral. El consenso no da para más, porque luego unos quieren que siga Mariano y otros sólo piensan en descabezarlo cual quisquilla de Pontevedra, melancólica tierra de los cascarilleiros, que quiere decir precisamente eso. De Orense para abajo se afilan muchas navajas, tanto que la rueda de los rumores echa chispas, muchos de los cuales apuntan directamente a la garganta de Esperanza Aguirre, presidenta de la autonomía de Madrid, que seguramente es el sitio donde habidan, después de Buenos Aires, más paisanos de Rosalía. Del PP seguro. Y, si se confirma también la conocida coplilla de Hay un gallego en la luna, del grupo Pandeirada Sideral, va a aparecer el cielo estrelado de candidatos al congreso del PP en junio. Al final serán más caciques que indios. Al tiempo. Mientras tanto Zapatero ha quedado investido como presidente del Gobierno por otros cuatro años, lo cual no vea usted qué fondo de armario para lo que van a cambiar las modas, los modales y los talantes. El prét-a-porter es el que hay, así que no pierda el tiempo en renovar el vestuario. Si acaso abríguese por lo de la crisis, lleve siempre a mano el paraguas con la que está cayendo, dado que no va a haber cambio climático hasta el 2012, según pronosticó certeramente en su día el primo meteorólogo de Rajoy en su conocida polémica con el gringo Al Goore. El otro día daba tristeza y morriña el debate de investidura de Zapatero prometiendo otra vez paraguas para el país. ¿Crisis? ¿Qué crisis? El Gobierno va a devolver 400 euros a los contribuyentes, previo descuento de los diez mil o más que paga cada quisqui entre IVA, IRPF y gasofa. Eso a mayores de dar, ni le cuento, la tira de pasta gansa a la niña de Rajoy para que se le emancipe de una vez, bien alquilando un picadero o bien comprando piso propio. Y el día que se case y siente la cabeza la cigüeña le traerá el nene o la nena con otro cheque en vez de un pan debajo del brazo, que ha subido demasiado en opinión de Solbes y el INE. Ya si el chaval o la chavala se crían bien y llegan a la provecta edad de la jubilación -lo cual es probable, visto que está prohibido fumar hasta en el water y lo del cubata anda crudo con el carné por puntos- podrán empalmar con más subvenciones, primero para viajes del Inserso y, cuando Benidorm les dé reuma, para una rumana o una colombiana que les abanique con la Ley de Dependencia Asistida. Con este mundo feliz, que ni siquiera hubiera imaginado Aldous Huxley, se han ganado las elecciones. Delante de Zapatero ha corrido como un perdigón Rajoy en el debate de investidura, mientras el primero daba como siempre escopetazos demagógicos al aire, sin apuntar datos, plazos ni nada que no fuera humo. ¿Qué fue de las negociaciones con ETA? ¿De la investigación del 11-M y sus pruebas chungas? ¿Se sabe algo de Bush y Hugo Chávez? ¿El trasvase del Ebro a los fértiles regadíos de Valencia o Murcia? ¿Los buques de agua para Barcelona flotan por arriba o por abajo? En esto último como jefe de la oposición entendería más Chanquete. Sin cifras ni compromisos concretos, Rajoy se limitó a decir por la gallega que bueno, que tal y que cual y que, sin fiarse ni subir ni bajar la escalera, a lo mejor pactaba. Fraga, que era tan soso como Mariano, por lo menos le preguntaba a Felipe González en la antepenúltima crisis económica: «¿Oiga, sabe usted a cómo están los garbanzos?». El café ahora a ochenta céntimos para el Gobierno Se dice y se escribe que en el PP andan buscando una mujer de su casa que agarre la sartén por el mango. Podría ser Esperanza Aguirre, que en tocante a polémicas como la de los matrimonios gais y la extrema derecha con que se quiere identificar a su partido dice que no se resigna y que ella es de armas tomar. A ver si nos aclaramos. Hay quien piensa que la izquierda está dividida entre socialistas y comunistas, estos últimos con Gaspar Llamazares como un esqueje floripondio que ya no atrae ni a la abeja Maya, pero con un millón de votos todavía en los que libar el PSOE, mientras que toda la derecha está unida en torno al PP. Craso error. Las clases medias que sólo hace un par de semanas se echaron a la calle para votar a Mariano están claramente divididas. A saber, los que como Rajoy piensan cuando pierden que «depende» o «cousas» tras el batacazo del atentado de los trenes de Atocha, y quienes como la Aguirre no se resignan a llevarse bien con Zapatero, según el viejo refrán, también gallego, de «nos mean encima y hay que decir que llueve». ¿Pactos con Zapatero como animal de compañía, Mariano? Acepto pulpo.