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Ecologistas hasta la muerte

El cementerio de León estrena «El bosque de las almas», una nueva zona verde en la que se inhuman urnas ecológicas con las cenizas y se planta un árbol en recuerdo de un ser querido

León

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La marca verde ha llegado a los cementerios y el de León no iba a ser menos. La oferta de sepelios se acaba de ampliar en el camposanto municipal para posibilitar un «destino ecológico» para las cenizas y preservar las zonas verdes centrales, explica el gerente de Serfunle, Carlos Díez. «El bosque de las almas», como ha sido bautizada la parcela, permite la inhumación de las cenizas en una urna ecológica cuyos materiales -sal o resinas- se integran en la tierra con el paso del tiempo y «poseen nutrientes» para alimentar a los árboles -tejos, acebos o abetos- que se plantan con cada enterramiento. Además, se coloca una estela funeraria pétrea. Por el módico precio de 407 euros, poco más que el columbario de piedra donde se pueden depositar también las cenizas, se dispone de una cuadrícula de terreno mayor que el de una sepultura para inhumar varias urnas de cenizas. «De esta manera conservamos la zona verde y que no sea sólo un cementerio de piedra», explica el gerente. En otra de estas zonas verdes está previsto instalar el memorial de las personas fusiladas por el franquismo en la Guerra Civil. La cremación como alternativa a la inhumación ha ido en aumento en los últimos años hasta superar el 30 por ciento de los decesos. Aunque esta práctica no estuvo bien vista por la Iglesia Católica, en la actualidad no pone reparos a la cremación, que es una opción más barata que la inhumación. Una sepultura cuesta en torno a los dos mil euros. El consorcio de pompas fúnebres de la mancomunidad leonesa tiene previsto habilitar un espacio para «cenicero» en la zona nueva del cementerio para aquellas personas que prefieran esparcir las cenizas de sus seres queridos, en lugar de inhumarlas, depositarlas en los nichos columbarios o guardarlas en casa. El cementerio de León dispone de una zona de crecimiento de 135.000 metros cuadrados, con una «vida» estimada para 60 años, que se ve ampliada a más de cien años con los entierros ecológicos. Sin embargo, para los ecologistas el proceso de cremación ya implica de por sí un impacto ambiental, al que se añaden los restos contaminantes como mercurio o materiales procedentes de prótesis dentales. En Suecia han solucionado este problema con la promación, que onsiste en sumergir el cuerpo en nitrógeno a -196º C. Con u na vibración, mecánica o con ultrasonidos el cuerpo se transforma en polvo. Una vez extraída el agua (70% del volumen) y las sustancias contaminantes, las cenizas ya pueden devolverse a la tierra sin temor a contaminarla.

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