Cabecitas

SOSTIENEN en Burgos (viva el sostén) que fue esa ciudad (de suyo cabezona también por ser caput Castellae y no apearse del tango) la primera de todas las Españas en alzarse contra el invasor francés, allá en el 1808. Ya es manía. ¿Quién no se apunta a despojarle de su vara y de su bando al arriscado alcalde de Móstoles revisando la película oficial (la galdosiana o la de Cifesa) y exigiéndose para sí el papel de prota?... Unos pocos se empeñan por aquí en lo mismo, en un otrotanto , al asegurar con solemnidad carmesí y orgullo sepia que León, esta ciudad más bien arrodillada, se adelantó a las vísperas amagando un pronunciamiento con sordina y una algarada de plazoleta, de corral o de corrala que duró un credo y una salve, se ahogó ipso facto y « se quedó en lo hablado como en la escuela de Mora ». Ya es manía. Qué menos. Y Goya, vayapordiós, sin enterarse, sin venir a retratarlo. Gran fallo. Aunque, mejor sin fotógrafos, pues más valen mil palabras de cronista oficial que una fotografía inoportuna o comprometedora. La historia no es nunca lo que ocurrió, sino lo que quiera o guste recordarse... u ocultarse... que por eso hay en torno a este episodio lentes distintas e historiadores que se contradicen y descalifican. A algunos les puede y les derrota su razón un patriotismo nacionalero y baratillo propenso a la exaltación del nosotros en base a lo que otros pudieran haber hecho o se les quiera suponer e inventar... o vete tú a saber, porque nunca caminó la historia como ciencia a lomos de una pasión nacionalista... y, a fuer de repetirme, recuerda en estos extremos otra vez (y cópialo cien veces) la gran visión profética de don Bertrand Rusell, pensador donde los haya, con su principio incontestable: « Las naciones no cambiarán hasta que los profesores de Historia sean extranjeros ». Quieren ahora ser todos cabecita de sublevación e independencia, los primeros, los adelantados, los de más visión y cojones inflados, más arrojo y sangre hervida... y viva la épica. La exaltación antigabacha vuelve a vender. Aquel 1808 nos da centenario de glorificación, pero la guerra nunca se hubiera ganado sin los ingleses que echaron mano (y pusieron el cazo). Entonces quizá nos independizamos del francés, pero no de nosotros mismos... lamentó alguien.