Diario de León

Diario de una aventura Desafío extremo Polo Norte

Aquí es lunes y aquí martes

«Con la emoción metida en el cuerpo por haber llegado al Polo Norte en nuestros trineos, nos fuimos a dormir; al despertar nos habíamos movido seis kilómetros...»

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Hola amigos, aquí seguimos Emilio, Ramón, María y el que os escribe, en los alrededores del Polo Norte. Acampamos en el mismísimo eje de rotación de la Tierra, en pleno Polo Norte, el día 14 de abril, y fue una sensación muy extraña pues a la vez estábamos en lunes y martes: si me movía a una puerta de la tienda, era lunes, y si me movía a la otra era martes. Además de producirse otras curiosidades como describí en la crónica anterior. Pero es difícil de explicar y comprender el hecho de que, nada más acampar, ya estuviéramos en movimiento pues el casquete polar se mueve continuamente y más a partir del día que llegamos ya que empezó una tormenta de viento y nieve. El barómetro cayó bruscamente y se aceleró la deriva de la banquisa en la misma proporción que soplaba el viento y, además, en una misma dirección lo que vaticinaba que empezaríamos a alejarnos. Ya dentro de la tienda, a refugio del vendaval que se desató, miramos el GPS, y nos confirmó que nos alejábamos del Polo Norte en sentido contrario al que traíamos; íbamos en dirección Alaska. En todo caso, con la emoción metida en el cuerpo de haber llegado al Polo Norte arrastrando nuestros trineos, y siendo autónomos, nos fuimos a dormir y al despertarnos comprobamos que la deriva nos había llevado a casi seis kilómetros. Es como magia: plantas la tienda en un lugar y, cuando despiertas, estás ¡a seis kilómetros!. Recogemos el campamento, y nos ponemos en marcha en un ventoso, nivoso, y desagradable día. De nuevo las grietas, fracturas de presión, y ahora nieve fresca, dificultan el arrastre del trineo, pero lo peor es que el aire está viniendo de cara, y es helador. De hecho, si arrecia, tendremos que parar a montar la tienda y esperar que pase la tormenta, pues si no tendríamos congelaciones aseguradas en la cara. Por suerte el viento continúa estable y nos deja avanzar. A tan sólo 500 metros antes de llegar de nuevo al Polo Norte, vemos el helicóptero y aceleramos el paso, pues lleva la misma dirección que nosotros y las intenciones son las de aterrizar... y esa es justo una de las cosas que queríamos hacer en este año polar internacional: ver quién llega. Es increíble que lleguemos a la vez. El helicóptero aterriza, y de él salen 17 rusos, nos saludamos, e intercambiamos frases en inglés: son de diferentes partes de Rusia, y ninguno es de pocos recursos económicos; uno de estos «varones» rusos le preguntó a María si quería casarse con él y le dijo: -¿Sabes lo que es la electricidad? María respondió: -Sí El ruso: -¡Pues es mía! Nos dejó flipados, pero aún alucinamos más, cuando sacaron caviar, pescado de esturión ahumado, vodka, mucho vodka, y montaron una fiesta polar. Nosotros nos unimos, y acoplamos nuestro chorizo y cecina de León, y ¡a comer, y sobre todo beber!. Ya hemos conseguido otro objetivo: que alguien coma productos de la tierra en pleno Polo Norte. ¡El bareto, ha quedado inaugurado!. Después, como niños, todos giramos como en el corro de la patata. En fin, algo como fuera de lugar: nosotros llegamos reventados con nuestros trineos, y un grupo de turistas ricos rusos llegan en helicóptero. Después de una hora se van, y allí quedamos los cuatro, solos y tranquilos, con el único ruido del viento, que está arreciando de hora en hora. Tengo que reconocer que el vodka nos ha hecho efecto y montamos la tienda como autómatas y... con un ligero mareo. ( Continúa mañana ) ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es

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