Diario de una aventura Desafío extremo Polo Norte
Entretenimientos en el Polo
Probamos el catamarán y el traje de supervivencia. Llego a la orilla reventado de esfuerzo y tensión por mantener el equilibrio. El «transformer» gana por goleada
Seguimos en el Polo Norte, Emilio, Ramón, María y el que os escribe. Chismorrea el teléfono satélite, y el primer saludo es: «Incredible, team». Hablamos con el jefe de la Base Rusa Borneo, Flequi. Nos dice que si no tenemos ganas de volver, que le parece inaudito que estemos tantos días alrededor del Polo Norte y no queramos regresar. De alguna manera nos hemos adaptado al intenso frío y a la gran cantidad de incomodidades que supone simplemente sobrevivir en condicione extremas. Es cuestión de disciplina y de no cometer errores. Junto a Ramón Larramendi es difícil cometerlos, pues son asombroso sus impresionantes conocimientos sobre la vida en el ártico. Es una enciclopedia ártica con patas; se sabe todos los trucos. Para que os hagáis una idea de quién es Ramón os diré que realizó una travesía circumpolar que partió desde Groelandia y finalizó en Alaska después de atravesar Canadá recorriendo catorce mil kilómetros junto con tres compañeros, y siempre utilizando medios ancestrales, bien a pie, en kayak o trineo de perros, además de hacerse sus trajes árticos de piel de oso y procurándose la comida con las viejas artes esquimales. Tardó tres años en completar la hazaña y aprendió todos los trucos para vivir en los terrenos más hostiles para los más avezados esquimales. ¡Es un tipo genial! Hemos prometido volver a hacer alguna expedición juntos. Ya lo tenemos planeado y va ha ser espectacular. Sin duda repetiremos los cuatro, el Incredible Team. Perdonad que hablara de Ramón antes de entrar en faena de cómo nos ha ido desde la última vez, porque tenía ganas de hacer este pequeño homenaje a tan ilustre personaje del que no paro de aprender cosas día tras día. Cuando os escribí la última vez nuestra intención era la de continuar hasta el Polo Norte por tercera vez, pero al despertarnos la grieta, que al principio era pequeña, ahora tenía ahora metros en la parte más estrecha y más de veinte en la más ancha, además de ser de unas dimensiones en longitud que nuestra vista no alcanzaba a divisar. ¡Perfecto, podremos volver a experimentar los inventos de Ramón! Son las condiciones perfectas para saber si estos inventos son prácticos y útiles para cuando se produzcan mayores y más grietas, debido al inminente cambio climático. Cuando este se produzca o hay alguna solución para continuar las travesías o esas grietas cada vez mayores impedirán que se pueda avanzar. Dicho y hecho, nos ponemos manos a la obra y probamos de nuevo el catamarán trineo, o el kayak trineo. Ambos son el mismo, pero tiene estas tres posibilidades: es trineo, o catamarán, o kayak. En l los tres casos nuestro transformer funciona a la perfección. Estamos sorprendidos de la eficacia del sistema diseñado por Ramón Larramendi. Ahora llega el momento de comprobar qué es más eficaz, si el transformer o el traje de supervivencia del noruego Borgue Ousland. María y Ramón se suben al catamarán y yo me instalo en el engorroso traje de supervivencia. Ambos nos situamos en la posición de salida y empieza la competición. El catamarán navega muy estable y sus dos ocupantes sólo tienen que remar y dejar caer sus cuerpos hacia atrás. De este modo la proa rompe el hielo. La fórmula es sencilla, eficaz y no cansa. Yo, con el traje, parezco un muñeco de Michelin. Me cuesta mucho nadar y si mueves las rodillas, que siempre tienen que estar dobladas, como hice yo, te precipitas de bruces, tragando un buen chorro de agua, y lo peor de todo es que si no te reincorporas rápido, el agua se cuela en el traje, porque en la zona del cuello no es estanco. Si esto ocurriera y no pones remedio, te irías al fondo como un plomo. Llego a la orilla reventado de esfuerzo y tensión por mantener el equilibrio. Conclusión: el transformer gana por goleada. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es