El paisanaje
Se busca líder en buen uso
DA IGUAL de segunda o tercera mano, interesados preguntar en el PP, es el anuncio que más se repite estos días en los periódicos a cuenta de las peloteras internas entre Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre. Al primero se le acusa de ser un calzonazos con Zapatero, como los calzoncillos que llevan su nombre de pila, y a la segunda de ejercer una oposición aguerrida en exceso con faldas y a lo loco que a menudo sobrepasan las medidas de la sotana del cardenal Rouco. Así que de aquí al congreso de junio va a haber mucha tela que cortar. Por lo que respecta al PSOE, que nunca da puntada sin hilo y siguiendo el refrán de las bragas maragatas, las de Rajoy le sientan bien mientras que las de Esperanza le hacen llagas en Madrid, justo en el centro donde usted ya sabe, por la copla y la falta de costumbre. Esto en Astorga se entiende, pero más allá de La Bañeza y Benavente plantea serías dudas electorales. A lo mejor es un sarampión. Arrieros somos y en el camino nos encontraremos. De momento el gallego ha aparejado todas las mulas del aparato del partido para que tiren del carro, mientras que la segunda se ha limitado a estabular a sus mulos en la Villa y Corte. Todos son unas malas bestias. Argumenta uno que la recua del PP no es sólo la de Madrid, sino también la de la periferia porque el que más y el que menos tiene un abuelo medio maragato que emigró pongamos que a Alcorcón, y contesta la segunda que los viajes siempre son de ida y vuelta. Así anda la arriería de derechas con el paso cambiado del PP, tal que ya ni la burra entiende cuando le mandan «so» o «arre». Por partidos políticos por su tendencia a ponerle orejeras a la militancia -los votantes son otra cosa- siempre han sido muy malas bestias. Ya allá cuando la transición la Alianza Popular de Fraga (AP) y los «siete magníficos» no paraba de darle vueltas a la noria por la derecha, de modo que no llegaron a ninguna parte. Algunos más pispos, aunque de la misma cuadra, como Adolfo Suárez y Martín Villa, que procedían del mismo Movimiento Nacional, liaron el petate de la UCD y se subieron al carro del centrismo, más que nada por no apearse del coche oficial. Aquel trayecto duró poco porque, aparte de heredar el gobierno, heredaron también el complejo de franquistas, lo cual por lo demás era verdad. Vino después un tal teniente coronel Tejero un 23-F, que no lo tenía, y le arrendó las ganancias a Felipe González tras el breve paréntesis del ex presidente Calvo Sotelo, gallego a tope igual que Rajoy, que a lo mejor tampoco sabe a estas alturas si sube o baja. Queden los dos en el descansillo. Por el contrario la izquierda nunca tuvo complejos de la infausta guerra incivil, sino desparpajo. Felipe González era yerno de un coronel médico, Alfonso Guerra descendía de un subteniente de cuchara y Bono tenía como progenitor al alcalde falangista de su pueblo manchego, lo mismo que el actual ministro de Justicia, el rojo Bermejo. En cuanto a los nacionalistas, complejos ni por asomo. Si no de qué la famlia carlista de Arzallus hubiera regentado un estanco de posguerra o el padre de Carod Rovira, el de la Esquerra Republicana, la paga de guardia civil, maño por más señas. De los gallegos del BNG mejor preguntar al Alfredo Landa, el de la conocida serie televisiva de ««Lleno, por favor», cuya familia ideológica cabía en una moto con sidecar pero le bastaba con que su mujer fuera del Ferrol del Caudillo. ¿Viaje del PP al centro? Siguiendo por la gallega ya a finales de los setenta, cuando Fraga aún tenía el Estado en la cabeza y la cabeza en su sitio, se pronosticó el futuro de Suárez y no vea usted cómo galopaba entonces la UCD. Dijo de aquella don Manoliño una de tantas frases memorables suyas: «El centro entre el Arriba y Mundo Obrero es el As Color ». Abstención por astención en esto de la política la gente siguió apuntándose luego al Marca de toda la vida. De momento Mariano le gana a Esperanza por goleada y no podía ser menos, porque tiene comprado al árbitro. Guruceta se le llama en este caso a Arriola y sus linieres. En el Vaticano, cuando los árbitros vestían de oscuro, los papas también se apoyaban en los jesuitas, que eran igualmente conocidos como «el poder negro». Te pitan un penalti ideológico o te enseñan la tarjeta y ya estás marcado, fuera de juego y sin tocar balón. De las mil asambleas convocadas para elegir los compromisarios del congreso del PP en junio sólo se han celebrado algo más de doscientas que no tuvieran candidatura única. En León ninguna. O es una elección a la búlgara, o se la han jugado a los chinos o rifado como los griegos de la democracia antigua. Por el curriculum Zapatero no es precisamente Pericles, pero a veces lo parece. Qué tiempos.