Diario de León

Desafío extremo Polo Norte

Tres brazadas en agua helada

No doy crédito a lo que veo: hace un agujero en el hielo, se mete en él, nada unos metros, sale arrastrándose por la nieve, grita de frío y levanta los brazos porque me ha ganado

Publicado por
Jesús Calleja
León

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A las diez de la noche, que aquí os recuerdo siempre es de día en esta época, decidimos hacer otro experimento: ¿Cuánto aguanta el cuerpo humano a 35 grados bajo cero con el cuerpo al aire? ¿Cuántos metros podríamos cubrir corriendo? Dicho y hecho: María y yo nos retamos. Ella en bikini y yo en calzoncillos, y ambos con botines de pluma para no congelar los pies. Nos batimos en una rápida carrera en pelotas por el Polo Norte. No recuerdo nunca un impacto tan brutal al frío. Salimos de la tienda caldeada a unos 22 grados positivos con la fuerza de los dos hornillos y de repente estamos a 35 bajo cero: total una diferencia de 57 grados en un solo segundo y a correr como desesperados. María y yo alcanzamos a recorrer unos 150 metros. Estamos parados unos minutos sin correr. El cuerpo está al límite de lo soportable, y la digo que regresemos: -María, media vuelta, o me quedaré sin apéndices, y hay uno que no me gustaría perder por nada en el mundo. -Antes nos metemos en el agua y hacemos al menos tres brazadas. -Tú no estás bien de la cabeza, anda vamos que me muero de frío. -Vete tú. -Mejor vamos los dos, y una vez te calientes vuelves al agua. -Acepto. -Pues a la carrera a la tienda. Nos metimos en la tienda tiritando de una manera descontrolada, pero Emilio y Ramón nos la tienen caliente, y nos recuperamos sin problemas, aunque al entrar estamos de color azul pitufo. Yo pensé que lo de meterse al agua era una broma, pero María insiste. -Ahora, al agua. -Estás loca. Si lo intento, muero. -Pues me voy sola y gano. -No te atreverás -¿Que no? Y en ese momento sale despavorida de nuevo a la grieta. Y salgo tras ella vestido completamente y no doy crédito a lo que veo: hace un agujero en el hielo, se mete del tirón, nada tres brazadas, sale arrastrándose por la nieve, que corta como un cuchillo, grita de frío, corre de nuevo a la tienda, pero antes de entrar, levanta los brazos porque me ha ganado. La pobre criatura está helada, y ahora parece la madre de todos los pitufos, pero ha ganado. Todavía hacemos más experimentos y observaciones, pues para nosotros no sólo es un reto deportivo arrastrar nuestro trineo durante más de cien kilómetros, sino que queremos probar nuevas cosas y entrenarnos para futuras expediciones que ya están diseñadas. Terminamos de cenar a las dos de la madrugada, y nos acostamos con la intención de continuar al Polo Norte por tercera vez. Pero no todo sale como uno quiere. Esa noche, que es de día, se desata una tormenta, que nos obliga a desarmar el campamento muy rápido, pues el frío es intensísimo. Al despertarnos, el viento y la deriva continúan, y aumentan de fuerza. Es imposible llegar al Polo Norte por tercera vez, y tampoco es posible movernos hoy. Mientras escribía esta crónica nos llaman de la Base Borneo, y nos comunican que vienen a buscarnos, pues la tormenta ha arreciado y ya sólo quedamos otra expedición y nosotros y han decidido sacarnos sí o sí, porque estamos alejándonos demasiado para nuestra seguridad. En la base nadie entiende qué hacemos aquí tantos días, y están algo preocupados. Aceptamos las órdenes que nos han dado, pues no nos queda otra. Es el último viaje esta temporada del helicóptero a las inmediaciones del Polo Norte y tenemos que cogerlo. En fin, aquí estamos haciendo una pedazo cena de despedida. Será la ultima cerca del Polo Norte. Luego nos llevarán a la base rusa Polar Derivante, y desde allí nos transportará en un avión Antonov. Atentos que os seguiré informando de cómo salimos del Polo Norte, y de nuestro regreso a las islas Svalvard, donde nos esperan más aventuras. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es

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