CORNADA DE LOBO
... ¿sólo sueños?...
MAYO para soñar. De la misma forma que las pesadillas horribles jamás se olvidan, con más razón y fuerza siempre estarán ahí los sueños que tuvimos de guajes, infantes o mozos felizmente insensatos, aloriados, cuando el mundo inventado no gustaba y había que escapar de la realidad carcelona siendo realistas, o sea, pidiendo lo imposible. Escarbo en mi mollera, soplo el polvo y saltan intactos al recuerdo los deseos y mitos con que soñaba a los quince, a los veinte... Enumero la retahíla: soñaba, como todos, con Brigitte Bardot, la Loren, la difunta Marilyn y la Silvana Mangano arremangada en un campo de arroz amargo, soñaba con el sueño cantor de Cafrune de «que naide escupa sangre pa que otro viva mejor», con la libertad de pensar sin arrodillarse o humillar la razón, con las nubes de borreguillo en clases de física, con los golpes y vuelos de capa con que predicaba Lacordaire en Notre Dame, con el pelo aún más largo que los Beatles y sin laca... con un acordeón bestial, con la lotería que tocó a unos de León y se compraron setenta perros de toda raza, con Francoise Hardy, Sandie Shaw y Silvie Vartan entrándome descalzas por la oreja, con las truchas del pozo Llagos en Pedrún, con un abrigote de estambre y espiga, con unas botas de puntera criminal, con los banquetes romanos de lenguas de faisán y vestales en triclinio, con la sabia bondad de un maestro italiano que interpretaba Aldo Fabri, con la balsa Kon-Tiki de Thor Heyerdahl poblando de aventuras las lecturas de refectorio, con los océanos cuentistas de Salgari, con la abolición cristiana de toda propiedad, con el pan con ojos y el queso sin ellos, con saber patinar hacia atrás como Tapia o Molpeceres, con el amor libre que se ensayaba en la hierba del campus de Berckley o La Sorbona, con saltar juntos potro y plinton hasta que me partí la boca... con Lola Herrera en «La casa de muñecas», con Malatesta cantando «nostra patria, el mondo entero; nostra legge, la libertá», con una mobylette de segunda mano, con la denuncia profética por bandera, con ser pintor en Montmartre y existencialista de negro en cueva borracha con humo y jazz, con la ley del más débil, con subir algún día el Naranjo, con vernos alguna vez todos desnudos en la calle, con una tarde entera en el campanario de la Catedral, con el perfume de los dondiegos, con...