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LUIS ARTIGUE
León

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COMO MÉDICO, AFIRMO: en la dirección de UPL ya hay quien padece el Síndrome Pelines. Uno escucha recurrentemente criticar a Javier Chamorro, Luis Arias y otros compañeros de ideología, que si no estás pagando las cuotas al partido, que si ahora las pago, que si a la Diputación Provincial debe ir este amigo mío, que si mejor este otro que no es amigo tuyo sino mío, que si fulano se ha ido en plena campaña, que si tenemos que aproximarnos a Zapatero que trae más dinero para León, que si mejor nos acercamos al PP de la Junta que trae más dinero en sueldos y asignaciones para partidos políticos, que si no se hacen las cosas como yo digo monto movida promovida y aunque así el partido se haga trizas me da igual pues yo puedo coger los bártulos y montar otro partido; de hecho aquí tenéis, como anticipo, esta sede paralela que acabo de abrir porque la otra sede de la UPL se ha quedado pequeña y ya no caben nuestros egos¿ ¡Vaya cómo recuerda todo eso a los modos del «beato» fundador! ¿Pero el leonesismo es el reflejo político de nuestra verdadera identidad, puro clamor social, que surgió como necesaria defensa de lo autóctono o más bien es una «merienda de negros»? ¿Habida cuenta de su condición de minoritario, idealista, localista y hasta utópico tiene sentido un partido leonesista sin cohesión, sin lealtad, sin generosidad y sin disciplina? ¿No se dan cuenta en la UPL de que en política la discrepancia enriquece pero la división destruye? Los que estamos convencidos de que en el mapa político de León -y de Castilla y León- el leonesismo debe seguir existiendo, estamos apenados por la crisis autodestructiva que sufre la UPL. Y muchos pensamos que ese partido necesita dirigentes que encarnen la moderación, el amor por las formas y la finura ideológica pues se trata de una formación no mayoritaria pero que aspira a ser llave, y por eso necesita movilizar dichos valores en el fuero interno de sus dirigentes pues resultan cruciales para toda óptima negociación. Y es que leonesismo no debe ser equivalente sólo a reivindicación, sino también a hábil negociación. Los resultados electorales en León dejan claro que la pasión identitaria leonesa no es patrimonio exclusivo de nadie, pero la rentabiliza en las urnas UPL, y le toca gestionarla políticamente sobretodo a ese partido. Aunque, visto cada vez más desde fuera, en ese partido la pasión identitaria leonesa se vive de dos formas: o cimentada en la Historia, la cultura, el futuro y una mezcla de razón y emoción -así hay entre sus filas políticos cargados de una serenidad argumental que conecta con buena parte de los leoneses y leonesas-, o asentada en un espíritu que engendra más bien holligans cuya pasión frecuentemente se parece más a la radicalidad, que a la verdad. Desde luego, es el momento de que se haga fuerte en ese partido el espíritu menos visceral y más institucionalmente formado e informado pues se necesita, para gestionar bien el papel político que tiene que ejercer dicha formación, muchas cualidades para la conciliación y un espíritu práctico cargado de visión de futuro y de generosidad. Hobbes decía que la política es un espejo en el que se mira el pueblo. Si esto es así un partido leonesista, para educar al pueblo por el que dice trabajar, no puede ofrecerle una imagen de cainitismo sino de debate rico, de saber ceder en favor del bien común, de estar verdaderamente unidos en pro de un ideal colectivo, de saber renunciar al interés personal cuando hace falta, de saber manejar el silencio, de preferir sumar a restar y crear a destruir¿ ¿Y todo esto no es lo contrario de Pelines? Aunque ahora uno de sus dirigentes muestre claros síntomas del Síndrome Pelines, la medicina ha avanzado mucho¿ Por eso, -por decirlo con una cita del poeta griego Odiseas Elitis- «deseando que estas líneas sirvan como revulsivo de tu conciencia/ o como oleaje en tu entorno», le deseamos desde aquí una pronta recuperación¿ En fin.