Diario de León

Gente de aquí | Memoria del Curueño

Unos sacrificios llenos de sentido

Jesús Díez publica «Luz y narradores», textos e imágenes sobre el valle del Curueño que revelan «el orgullo de sus gentes por hacer la tierra productiva»

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E. Gancedo - león
León

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La más antigua de estas fotos corresponde a una matanza del gocho de hace más de treinta años. Las caras transmiten alegría, concentración, trabajo. Pero en este espectacular libro de Jesús Díez, el poeta del Curueño, hay sobre todo fotos actuales, paisanos de su valle natal. Y lo que reflejan sus gestos es recuerdo, nostalgia, el fin de toda una época. «Pero también el orgullo de haber trabajado la tierra, de haberla hecho productiva», asegura el escritor. Luz y narradores es el título de la obra. «La fotografía es luz que va dictando una narración; he dejado que sea mi cámara la que deje pasar la luz de los creadores, de los narradores del Curueño». Porque Jesús Díez llama narradores a sus vecinos de esta verde porción de León, porque han sido ellos los que desde niño le han venido contado las historias, leyendas y anécdotas que constituyeron el germen de su fabulación. He aquí, pues, el vínculo «con el paisaje en el que nací y crecí, con las gentes que han vivido y que aún viven en él -dice Díez-, plasmado en un «retrato de sí mismo y a través de dos tipos de creación, la literaria y la fotográfica». El poeta resume este retrato del olvido, de la pérdida de una milenaria cultura rural, de forma categórica: «Vivimos el poniente de todo un mundo». Un estado de cosas que queda reflejado a través de símbolos como el carro vencido, el molino detenido, el arado erigido en estatua. Pero sobre todo a través de gestos y miradas llenas de sencillez y también de orgullo. «Son personas que han llevado una vida llena de sacrificios, de duros trabajos que dieron sentido a su existencia, labradores, herreros, molineros o serradores. Eso es lo que quiero airear y proclamar: que podemos aprender mucho de esa cultura que vivía de la Naturaleza y que, precisamente por ello, respetaba sus ciclos. Además, establecían entre sí relaciones de ayuda mutua que hoy, en esta sociedad hiper individualizada, se han perdido del todo». El autor quiere dignificar a aquellas gentes «que no se jubilaban nunca» y homenajear «la luz del norte», «una luz que está en las miradas y en las memorias y que se puede oler y sentir».

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