Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Creer lo que no vemos

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VICTORIANO CRÉMER
León

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ME CONFIESO YO PECADOR: Soy un incrédulo inagotable, creo en los Reyes Magos y en los bueyes que vuelan y hoy, ya en el Día de las Madres, en las dulces madres y en los padres piadosos.. Con decirles a ustedes que me estarán leyendo, que por creer creo hasta en el gobierno y en el desaceleramiento de la economía, no hará falta que diga más. La credulidad es la madre de todos vicios y quien duda acierta, pero si no tienes fe, como si no tienes tetas, no tendrás posibilidad de entrar en el reino de los cielos. Declaro, pues con la mano puesta en uno de los tomos de la Historia de España, que nos asegura que vendrán tiempos mejores en que cuidemos la becerra mientras yo siembro la tierra, que soy todo un crédulo de tomo y lomo y que cuando me cuentan una mentira como una catedral de grande, en lugar de ponerme a reír como un idiota, acojo seriamente el infundio y aplaudo el ingenio del contador hasta que me duelen las palmas. Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que me costaba trabajo creer en algunas cosas y no digamos en confiar mediante la fe de carbonero que tengo, creer en hombres y mujeres, sobre todo mujeres de la mayoría impuesta por ley, y en sus afirmaciones: me susurran al oído que todo va bien y que como en España ni hablar y yo en lugar de sonreírme, ensayo los primeros pasos del Chiki-chiki. Y espero alegre y confiado en que otros vendrán que más mentiras nos dirán. Y si el presidente o el vice o el chico de los recados me dice, que se dan claras muestras de la potenciación de nuestra industria, lo creemos y nos rendimos al encantamiento del relator. Y, anda, que si se nos pregona que estamos por encima de Italia, de Francia y de Noruega en los precios para el consumo, preguntamos de qué artículos se trata, si del aceite, de la corriente eléctrica o de la leche. Y cuando se nos repite que no sirve de nada ser escéptico cuando el presidente y el vicepresidente y un señor que se dedica a la edificación de infieles aseguran que sí, que somos los más y los mejores entonces acudo rápidamente a la parroquia para rogar al cura que me confiese de urgencia, porque estoy soltando juramentos como para animar a una pareja de bueyes. Y es que como soy muy crédulo, cuando la mentira se desvanece y mediante el sistema "cesta de la compra", me entero de que no es cierto que los precios serán revisados a la baja ni que la construcción de viviendas para jóvenes y jóvenas será un hecho así que maduren las brevas, lanzo unos juramentos que yo mismo me siento mal, muy mal, pésimamente mal. Y me entra un terror enorme temiendo despertarme y ya con las claras del día comienzo a ver las cosas claras. Y llamo a todas las puertas y pregunto al personal: Pero oiga usted, ¿de verdad de la buena cree usted que todo va bien, que no es verdad que el carro se le hayan robado a Escobar y que el café cuesta más, mucho más de ochenta céntimos de euro?... Lo confieso, sufro mucho con mis credulidades, pero cuando el presidente y el vicepresidente y el chico de los recados lo dicen, por algo será¿ Por algo será, cuando el marido de la Sebastiana no va a trabajar¿

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