Diario de León

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ATENTA la compañía: se sabe que el ejército estadounidense ha desarrollado tecnologías necesarias para la utilización cibernética de los escarabajos-rinoceronte (los que chiflaban al Egipto faraónico) a los que se implanta un microcontrolador que les convierte en espías, fisgones con licencia para colarse o volar a donde les diga el jefe de los espiadores o el sargento escarabajero. ¡Lo que inventa el hombre blanco cuando se pone perrángano o cabroncillo, ay juasús, ánde iremos a dar!... Sabíamos que los nazis utilizaron perros pastores alemanes cargados con una mochila dinamitera para que reptaran bajo los tanques enemigos y se inmolaran ad maiorem gloriam del tercer Reich. Lo mismo hicieron los americanos y otros ejércitos utilizando delfines equipados con minas magnéticas que se entrenaban para nadar hacia buques de otra bandera hasta pegarse a su costado y hacer barbacoa naval. La obsesión por militarizar animales es vieja. Ninguno lo ha sido tanto como el caballo con un mongol encima, un húsar, un lancero o el brigada Castellanos que prometió reventarme los cojones de una coz (suya, no del animal). También las mulas se militarizaban, pero iban a intendencia. Y Aníbal, el cartaginés domador, creó una división panzer todoterreno con elefantes que llevó hasta la mismísima Roma dando un rodeo de cien o doscientos pares para cruzar los Alpes nevados. Los palestinos, escurridos de presupuesto y aguzados con el ingenio del pobre y del desesperado, inventaron el burro reventón forrado de trilita y lo encaminaban a la garita israelí para montarles un belén de mucho catapún (a Belén, burritos). Hasta las cándidas palomas, el gran símbolo de la paz, han sido alistadas para la guerra y utilizadas por todos los ejércitos. De hecho, hasta hace muy pocos años, toda actividad civil de colombofilia con palomas mensajeras estaba sujeta al permiso y control del ministerio de Defensa a través de su cuerpo de ingenieros y unidades de transmisiones. Pero la vieja manía de alistar bestias y animales para hacer cisco al enemigo se quedan en novelilla de aventuras comparado con el relato de terror que sentiremos cuando nos venga volando un escarabajo hasta las mismísimas narices, nos haga una foto y se marche diciendo «estás apuntado».

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