| Reportaje | Nada que perder |
Nicolai, el hombre que vivía en un coche para pagar su hipoteca
Un joven matrimonio acogió al hombre que secuestró durante siete horas a los propietarios de un bar de San Pedro del Arroyo (Ávila), una localidad que aún no se ha recuperado del suceso del pasado viernes
Un Renault 19 de color azul marino con matrícula de Madrid, rodeado de trastos viejos y materiales de construcción en un patio que hace las veces de trastero y corral de gallinas era el hogar de Nicolai en San Pedro del Arroyo (Ávila) desde hacía un mes y medio. Este joven rumano, de 32 años, ex miembro de la Gendarmería de Rumanía que mantuvo ayer secuestrados durante siete horas a los propietarios de un bar de esta localidad, estaba «desesperado» por ganar dinero y poder enviarlo a su país, donde mantenía a su madre y a su hermana pequeña. En esta casa vive un joven matrimonio polaco que ayudó y acogió a Nicolai hace un mes y medio, poco después de que llegara a San Pedro del Arroyo. La pareja conocía por el propio testimonio de Nicolai su «situación difícil», pero están conmocionados por su actuación de ayer y por el secuestro. «No imaginábamos que iba a pasar esto», repiten, asombrados, «era un hombre normal, y no sabemos ni nos explicamos por qué ha hecho esto». En la mañana de ayer conversaron con su compañero, y no notaron ningún cambio ni alteración. La mujer explica que Nicolai llegó a San Pedro del Arroyo, un pueblo de 470 habitantes situado a 23 kilómetros de la capital, procedente de Ávila. Allí había vivido con unos amigos, y por motivos que la pareja desconoce, «se quedó sin casa y sin trabajo allí, y no tenía dónde vivir». Nicolai aterrizó en San Pedro del Arroyo, «donde iba y venía de un lado para otro, deambulando, y durmiendo incluso debajo de los puentes». La joven asegura que les dio «pena». «El es inmigrante como nosotros, nos daba lástima y lo trajimos a casa unos días», afirma. Durmiendo en el coche «Tenemos una niña», explica, señalando su casa, «y aunque le hemos dado comida cuando podíamos y le tuvimos en casa, no podíamos acogerlo todo el tiempo». Por eso, Nicolai volvió a deambular por San Pedro del Arroyo y a dormir y buscar cobijo en la calle. Finalmente, el matrimonio polaco le ofreció pasar las noches en el coche que guardan en su patio-gallinero, lo único que podían prestarle. Una hipoteca en Rumanía Según el joven polaco, Nicolai tenía trabajo. Él mismo se lo había buscado, ya que, para ayudarle, le empleaba cuando podía e intentaba encontrarle un puesto. «Él trabajaba en el hormigón», explica. Y repite que ayer mismo, por lo que él sabía, tenía un empleo, que él le había proporcionado. La pareja comenta que Nicolai mantenía a su madre y a su hermana en Rumanía. «Tenía allí una casa, una hipoteca, y mandaba dinero a su familia; su madre le llamaba para pedirle que enviara algo», explica ella, «su padre había muerto, y Nicolai se había hecho cargo de ellas». «Necesitaba el dinero para pagar la hipoteca en su país», añaden, «ganaba poco y él estaba desesperado por no poder mandar el dinero». Pero tampoco ahorraba. Nicolai gastaba buena parte de sus ingresos en el bar, «no sé si en la bebida o en las máquinas tragaperras», apunta ella.