Prohibido oler, tocar, ingerir...
Mari Carmen es psicóloga clínica y vive en pareja en Barcelona. María José, bibliotecaria-documentalista, reside sola en Madrid. Ambas tienen en torno a los 40 años y la misma enfermedad, el Síndrome Químico Múltiple (SQM), que les obliga a vivir pendientes de lo que huelen, lo que ingieren y lo que tocan. Su hipersensibilidad a los productos químicos ha provocado en Mari Carmen convulsiones por un simple olor a perfume. Deportista en la adolescencia, tuvo dos operaciones por rotura de ligamentos cruzados, con sus consiguientes anestesias, cuyos efectos probablemente -dice- no le permitieron recuperarse para el deporte. Poco a poco empezaron los dolores de huesos, musculares y de las articulaciones, síntomas con los que se resignó a vivir y que los diversos médicos que visitó en su ciudad natal, Elche, no acertaron a diagnosticar. Más tarde apareció la fatiga, redujo su vida social y tuvo que declinar compromisos. A pesar de ello, hace tres años se animó a realizar un viaje a Costa Rica de quince días. Los dolores y el resto de los síntomas desaparecieron durante esos días. «Decidí entonces que yo no tenía que resignarme», destaca Mari Carmen. De regreso, buscó en Internet y descubrió al doctor Pablo Arnold, de la Clínica Cima de Barcelona, uno de los pocos especialistas en la materia. La vida de María José, como la de tantos otros enfermos de SQM, está rodeada de «aislamiento e incomprensión». Sus primeros síntomas importantes se produjeron hace tres años cuando trabajaba en la biblioteca de una institución. Problemas cardiacos, vértigos, mareos... son algunos de los síntomas. Hoy ha abandonado toda actividad laboral.