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CUARTELÓN fortificado pusieron los coroneles de la legión antidisturbios que mandó Roma entre estos dos ríos, el Taurius y el Berenisca. Una legión siempre se llena de legionarios; eso es lo malo; y lo peor, si es además legión extranjera preñada de mercenario perdulario de todo lugar. Es el caso de la que puso el número siete gemelo en lábaros y barracones, legión nutrida de africanos, nubios, rumanos, galos, lacedemonios, arrastrados astures colaboracionistas y vaya usted a saber cuánta ralea más enganchada al pecho de lata y a la sal del salario. Cuartelón fue el recinto (hoy ciudad) y cuartelario era todo el aire de su derredor que tributaba espacio, huerto, siervos, prados, cuadras y molinos para el invasor (¿y quién pondría las putas que mosconean junto a todo montón de soldadesca? o ¿se dedicaron sólo a violar lugareñas?). La ribera inmediata del Torío era su predio; y la mano militar, su alcalde o autoridad. ¿Quién se movía?... Algún oficialote con bolsa de rapiña o algún hacendado con presa en la garra se hizo su chalet en las cercanías del cuartel, al norte, en Navatejera. Era una villa pretenciosa con réplicas de mosaico rudo, moda de nuevo rico, casón con peristilo, cerca disuasoria, esclavos, criados, lugareños doblados de lomo y reverencia... Sin duda, el dueño de aquella villa era el ricacho y cacique del sitio. ¿Y quiénes eran los navatejeros o villacalambrinos que poblaban la vega?... Deduzcamos que debían ser oriundos mezclados con gentes sobrevenidas, gleba pura, astures arrimados a la sombra del invasor, gente de pechar y de malganarse el mendrugo o el latigazo, hombres y mujeres que fueron descabalgados de sus castros, leyes abolidas y costumbres rotas para someterse a la ley del extranjero que vino con su soberbia imperial y trajín minero, con estaca y denarios para pagar la muerte y comprar traidores. En Villaquilambre se inventaron este año una fiesta de romanos. Quieren honrar la memoria de aquella patronal legionaria y de aquel ricacho que tuvo a nuestros ancestros del lugar amarrados por las pelotas. Y se han apuntado al circo y al disfraz, puta moda. Muy originales. Pero aquellos antepasados reburdian ahora mismo en sus tumbas o en la cuneta de los siglos. No pueden entender nuestro paletismo copión, la desmemoria. Y nos maldicen.