La suavidad del clima y la abundante comida han provocado cambios en su comportamiento
Un 30 por ciento de las cigüeñas pasan todo el invierno en España
Las 33.000 parejas reproductoras sacan a la especie del listado de aves amenazadas
Las cigüeñas han escogido desde siempre la cercanía del hombre para instalar sus nidos y éste las ha considerado un aliado en la lucha contra los animales perjudiciales para la agricultura, unión que ha facilitado su adaptación a los cambios que el ser humano ha experimentado con el tiempo. Aunque las actuales cigüeñas siguen anidando en las torres de las iglesias, en árboles grandes o en cualquier plataforma situada a una altura importante, cada vez es más difícil observarlas comiendo ranas, culebras, ratones e insectos por los pastizales, arroyos, charcas y campos agrícolas. Los desperdicios que encuentran en los vertederos se han convertido en una fuente casi ilimitada de comida para numerosos grupos poblacionales. Esta nueva alimentación, que ha emergido en los últimos años, es el principal motivo por el que más del 30% de las parejas que habitan en España ya no emigren a África durante el invierno. Muchas de ellas hacen «falsas migraciones» porque se desplazan hasta el sur peninsular para disfrutar de un clima más suave y obtener el alimento en los vertederos. También ha influido la bonanza climatológica, la sensibilización ciudadana y la aplicación de medidas de conservación como las correcciones en los tendidos eléctricos. Recuperación Una de las principales fuentes de información para conocer detalles sobre la migración de estas zancudas es el programa Migres organizado por la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía en colaboración con SEO/BirdLife, cuyo objetivo es estudiar el paso de las aves a través del Estrecho de Gibraltar. Las fechas de máxima intensidad oscilan entre el 20 de julio y el 25 de agosto, reduciéndose posteriormente hasta mediados de octubre. La zona de Tarifa suele ser el principal punto de concentración en el que bandos formados en ocasiones por varios miles de aves esperan el momento oportuno para cruzar planeando los 14 kilómetros que separan ambos continentes. El destino final se sitúa a unos 3.000 kilómetros del centro peninsular en las zonas tropicales de Senegal, el delta del río Níger a su paso por Mali y los pantanos del Chad. Según los expertos, los primeros ejemplares suelen regresar a sus nidos en torno al 25 de octubre, lo que hace pensar que están invernando cuando en realidad se trata de cigüeñas que emigraron en agosto y han estado hasta entonces en África. Es decir, la invernada ya no está realmente centrada en nuestro invierno. Para determinar si las cigüeñas han emigrado los ornitólogos aconsejan fijarse en el periodo comprendido entre el 1 de septiembre y el 15 de octubre. Si entre esas fechas el nido está ocupado es que esta ave ya no va a emigrar. La cigüeña blanca experimentó en Europa durante los años 1970-1990 un importante descenso poblacional llegando a desaparecer casi el 40% de los ejemplares. Esta regresión también alcanzó a España aunque a partir de 1985 y gracias a las medidas de protección y a los cambios alimenticios el número de cigüeñas ha aumentado de forma espectacular y en el censo de 1994 se estimó una población total en Europa y norte de África en torno a 146.000 parejas. España alberga la tercera población a nivel mundial, por detrás de Polonia y Ucrania, mientras que continúa el declive de la especie en Turquía, Grecia o Bulgaria. Por Comunidades Autónomas, Castilla y León y Extremadura son las que tienen mayor número de ejemplares. Mientras en Galicia y Navarra se ha detectado un importante crecimiento, en Asturias la colonización es reciente y en la provincia de Cuenca la especie continúa prácticamente extinguida. En el primer censo a nivel nacional, realizado en 1948, se calculó la presencia de 14.000 parejas, aunque a principios de la década de 1980 el retroceso poblacional alcanzó un mínimo histórico (menos de 6.000). A partir de entonces surge la recuperación de la especie habiéndose producido un espectacular crecimiento al multiplicarse por dos las cifras del censo realizado en 1994, pasando de 16.643 a 32.923 parejas reproductoras, lo que supone que la cigüeña blanca abandone el listado de especies amenazadas.