CORNADA DE LOBO
Sexo de chapa
CAGATÉ: David Levy, conocido experto en «inteligencia artificial», aseguró en un congreso de robótica celebrado hace tres días en Holanda que dentro de cuarenta años tendremos robots humanizados «con personalidad, carácter y capacidad de expresar sentimientos»... Lo sensacional: podrán relacionarse sexualmente. Y lo terrible: vaticinó que habrá incluso casamientos entre humanos y humanoides. Me lo creo. De hecho, ya se dan casos. Más de un humanoide conocemos tú y yo... y no son de chapa y chip. Pero no imagines solamente a una señora estupenda en cueros, forrada su tornillería con carne de látex. Naturalmente habrá tías robots, pero también maromos con zinganillo de acero culebrón (ya te veo frotando manos; y no sólo). El sexo mecánico y sin explicaciones tiene mucho tirón en nuestra especie. Si no fuera así, no habría tantas putas. Porque el sexo, al fin y al cabo (o al rabo), no es más cosa que gimnasia; y si sólo es amor, magnesia; de modo que se venderán mucho esos robots tan sofisticadamente humanos y tan sensualmente diplomáticos, que cuando les estés echando un mantecao no te dirán de qué color podría pintarse el techo ni te cortarán el punto con el consabido «muévete, gorda». Bien por el robot en la cama. Pero qué pena. Hará siempre lo mismo. O sea, como ahora, pero sin dar conversación. Así que quizá te canses de esta novedad tan novedosa a la que sin duda querrás apuntarte. El único problema que tiene el tema es que, si el consolador o las revistas las guardas en la mesita o en la cómoda, al robot tendrías que esconderlo en el armario, porque no parece plan llevártelo a desayunar o al sofá para engullir tele de fresa con nata... o fútbol, mucho fútbol. Cuando el sexo se hace previsible, languidece, desinfla y hastía. Al amor le pasa lo mismo. La costumbre es cómoda seguridad, pero mata encantos y fastidia. Dirán que a ese robot pueden programarlo en niveles e intensidades crecientes, pero habrá un tope, se hará previsible, tal como ahora te sucede. Lo inquietante es que estará dotado de «carácter, personalidad», evolucionará condicionado por tu actitud y respuesta. Miedo da eso. Acabarás diciendo de él o ella lo que tanto se dice por aquí: «¿Mi mujer?... pues ya ves, limpia, trabajadora y curiosa como la que más... pero repugnantina como todas».