CORNADA DE LOBO
Milagro en bote
«CAMARADAS, la patronal nos engaña», decía cada mañana de aquel 1975 subido a una mesa de la redacción y dirigiéndose a la contrata legañosa del diario «Pueblo» en Valladolid. Era un colaborador y auxiliar, introvertido por lo demás, salvo en su ritual arenga. «Camaradas, la patronal nos engaña», decía por segunda vez, cosechaba dos risas y una pedorreta, descendía de su tarima y, atándose al banco de la galera por propia mano, no reburdiaba más en todo el día resignándose a la esclavitud, pero de mala gana. No sé qué será de él, pero hoy, cuando más de la mitad de las redacciones son voces blancas, se subiría también a una mesa y desgañitaría una furia: «Paisanas, la cosmética os engaña». Él, quedaría aliviado; y ellas, seguramente, seguirían en lo suyo en cuanto a hábitos y potingues. Porque la cosa es que la comisión nacional de la Competencia investiga a trece grandes empresas de cosmética por incurrir en prácticas de cártel repartiéndose el mercado y pactando precios, o sea, cobrando lo que les sale de la punta de su yoyoba con colágenos. Saben que los milagros caros son los que mejor se venden. Amañemos, pues, el milagro. Con lo que nos gastamos en armas y en cosmética se arreglaría este mundo, esta vida perdularia; incluso el cambio climático no nos rizaría el pelo de la pelota ni alisaría con su pánico el vello del pubis. Míratelo, que los científicos aseguran que no habrá que esperar cincuenta años para que se funda el Polo Norte, porque ocurrirá en el 2013. Acojona tanta precisión porque las pruebas son visibles. Pero al menos nos pillará maquillados. Las ventas de guapura en bote seguirán creciendo. No dejaremos de huir de la arruga, del implacable paso del tiempo y del perverso destino que tan injustamente reparte la belleza. La cosmética vale veinte veces menos de lo que cuesta. Quita lujosos envases, mira esos frascos (tienen más cristal que esencia), recuenta las morteradas publicitarias con ídolos del cine y emperatrices del chichi de oro, calcula los fabulosos márgenes comerciales... y averiguarás por qué se te queda cara agria de estafada cuando lo que aquella crema te prometía era una cara guapa y radiante. «Paisanas, la cosmética os engaña», pero os atáis a la galera. Remad, remad... ¿Y si pruebas lo de « con la cara lavada y resién peiná »...