De profesión, exorcista
El sacerdote José Antonio Fortea es uno de los cinco españoles autorizados por la Iglesia Católica para realizar ceremonias de purificación espiritual y avisa de que si uno invoca a las fuerzas de la oscuridad, estas vienen
Su «afición» por el demonio no fue un amor a primera vista, sino una obligación. José Antonio Fortea Curucull, aragonés de Barbastro, de 40 años de edad, sacerdote y teólogo, es uno de los cinco españoles autorizados por la Iglesia Católica para realizar exorcismos. Su destino era heredar la empresa de su padre, pero la llamada divina le condujo por otros caminos. Asegura que cada año trata entre cinco y seis casos reales de poseídos por Satanás y decenas más de personas que creen estar en poder del Mal, pero que en realidad sólo sufren problemas mentales y acaba derivándoles a la psiquiatría. Su única arma es la oración. La imagen de este clérigo oscense destinado en la actualidad en la diócesis de Alcalá de Henares (Madrid) debe de imponer respeto al mismísimo diablo por su larga y negra sotana y su mirada incisiva. Reconoce que su enemigo ha intentado hacerle daño rompiendo en una ocasión la caja de cambios de su coche y sacarle de quicio encendiendo la luz de su habitación. Pero casi siempre se manifiesta a través de terceras personas que, de repente, hablan en latín o en lenguas de países lejanos o profieren blasfemias con horrendas voces. Jamás ha visto a un poseso girando su cabeza por completo como la niña de la famosa película que William Friedkin dirigió en 1973 basándose en una novela de William Peter Blatty. «El demonio odia a Dios. Sabe que no va a conseguir nada, pero trata de hacer el mayor daño posible. Sabe que su único fin es herir la Creación de Dios, ya que él mismo no puede», afirma este sacerdote. Un superior le sugirió que centrara su tesis en la demonología y él no tuvo más remedio que obedecer. Esto ocurrió hace diez años. Desde entonces José Antonio Fortea ha publicado libros sobre la materia y ha pronunciado numerosas conferencias -hace unos días en el hospital de Toledo requerido por el Colegio de Médicos para hablar sobre cuadros clínicos fronterizos entre la enfermedad mental y la posibilidad de explicaciones de otra índole- pues ya es un experto en el demonio, «un ser inmaterial, que es parte de esta creación espiritual, angélica, que se rebeló contra Dios y que no tiene posibilidad alguna de arrepentirse». Cuidado con la magia El cura Fortea considera que su trabajo de exorcista -incómodo en algunos sectores de la Iglesia y criticado por los ateos- supone dar respuesta a un derecho de los creyentes que reclaman oración para liberarse de quien los ha poseído. En algunos casos los espíritus demoníacos penetran en el cuerpo sin que se sepa cómo. Otras veces explicar su existencia es más sencillo: «Cada vez hay más santería, más esoterismo, más magia blanca y hay personas completamente normales que un buen día, haciendo eso, les entra un espíritu y la vida les cambia radicalmente. En cualquier sitio, si uno invoca a las fuerzas de la oscuridad, éstas vienen», advierte este exorcista que aún recuerda varios casos llamativos. En una ocasión debió practicar un exorcismo a una niña de 14 años que llevaba una semana hospitalizada con síntomas enigmáticos y que, tras una sesión, fue dada de alta sin secuelas. «Otra vez traté a un niño que cada vez que veía un cuchillo intentaba clavárselo y que también curó». Amante de la literatura y de la música de Bach, gran aficionado a los pergaminos medievales, admirador de los grafitis urbanos y seguidor de Los Simpson, el padre Fortea afirma con seguridad que Satán no tiene cuernos ni rabo y tampoco viste de rojo. «Es un ser espiritual, sin cuerpo ni forma, en quien han creído todos los pueblos».