Diario de León

Desafío extremo Spitzkoppe (4)

En el trópico de Capricornio

Mires hacia donde mires sólo hay cuatro cosas en kilómetros y kilómetros: montañas bajas muy erosionadas, llanuras sin casi vida vegetal, arena y un bello mar muy azul

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Hola amigos, desde la última vez que os escribí he recorrido muchos centenares de kilómetros. Viajar de un lado para el otro en este inmenso país que es Namibia es una dura tarea, entre otras cosas porque no hemos visto ni un kilómetro de asfalto. Sólo hay pistas casi intransitables. Seguimos ruta, hacia al sur hasta un lugar llamado Purros, donde se encuentra el cauce del río Hourusibe que remontamos con el coche. Está repleto de vida salvaje africana, y el motivo es que lleva agua. En Namibia casi todos los ríos están secos, es un clima muy desértico y sólo llevan agua ocasionalmente cuando caen las lluvias, pero a los pocos días se secan. Sin embargo, este río tienen agua, aunque muy poca todo el año, y por esta razón se dan cita todos los animales de muchos kilómetros a la redonda. Especialmente son famosos los elefantes blancos, con ejemplares de casi seis metros de altura. También leones, jirafas, rinocerontes, gacelas, etcétera. Ha sido una experiencia bestial la de remontar este cauce por medio del río contemplando la puesta de sol al atardecer, aunque no hemos sido afortunados viendo animales, pero el recorrido es irrepetible. Este cauce es mundialmente famoso por su peculiar vida salvaje, comprimida en una pequeña franja de reino vegetal. El día siguiente ha sido muy largo, pero conseguimos llegar a las puertas del parque natural del Skeleton Coast, y digo a las puertas porque sólo se puede entrar como máximo a las 15.00 horas y estar fuera de él a las 17.00 horas. Aquí nos quedamos a dormir, en las mismas puertas, y por la mañana muy pronto nos pusimos en marcha hacia la costa de los esqueletos. Es una gran franja de arena que linda con el océano Atlántico, de una belleza extraña. Las arenas de los cauces secos de los ríos depositan mucha arena en los pocos meses que tienen agua, y durante el resto del año vierten toda esa arena junto a las infinitas playas de esta costa, formando cordones de dunas muy altas, que destacan aún más sobre el fondo azul del bravo océano Atlántico. Mires a donde mires sólo hay cuatro cosas: montañas bajas muy erosionadas, llanuras sin casi vida vegetal, arena, y un mar muy azul. Son kilómetros, y kilómetros que repiten el mismo escenario. El viento suele ser todos los días muy fuerte soplando de este a oeste, elevando la temperatura en invierno por el día, hasta los 35 grado y en verano a más de 45, aunque por la noche el mercurio puede caer incluso por debajo de los cero grados, durante todo el año, producido por un extraño fenómeno que se llama la corriente de Benguela. Una corriente friísima, que llega hasta estas latitudes, directamente desde la Antártida, descendiendo la temperatura del agua hasta los 8 o 10 grados. Esto hace que además de tener mucha fauna marina, cuando llega el atardecer y la noche se produce la inversión térmica y el aire sopla de oeste a este, bajando radicalmente la temperatura del aire de una forma muy brusca. En sólo cinco minutos pasas de estar sudando la gota gorda, a tener que ponerte el forro polar, porque te congelas. Es absolutamente insólito. Casi no hay asentamientos humanos en esta costa, aunque si aparece alguno te ofrecen lo necesario para pescar grandes peces, especialmente tiburones de hasta 100 kilos, desde la misma playa. En dos días estaré viajando a Sudáfrica, en busca de nuevas emociones y retos. Los iré desvelando a medida que los consiga, aunque os adelanto que bucearé con los tiburones más espectaculares y violentos del Planeta, como son los tiburones Toro, el tigre, o el temido gran tiburón blanco. Amigos, seguid atentos a las siguientes crónicas que las aventuras continúan. Jesús Calleja, desde la tórrida sabana, en algún lugar cercano al trópico de Capricornio, en Namibia. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es

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