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Diario de una aventura Desafío extremo Spitzkoppe (5)

Un coloso de 1.700 metros

Desde la cima del Sugar Loaf, nuestro primer objetivo cuando salimos de España, se alza frente a nosotros como un gigante rojo la casi inexpugnable cima del Spiztkoppe

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Dormimos en Henties Bay, uno de esos pueblos fundados hace cuatro días que se dedica casi en exclusivo a facilitar las cosas a los pescadores deportivos, casi todos ellos sudafricanos, que aquí se dan cita para la captura de esas enormes piezas. Al día siguiente nos dirigimos a nuestro objetivo real. El desafío de este viaje es escalar en mitad de la sabana semi árida de Namibia, junto al trópico de Capricornio. El lugar escogido, se llama Spiztkoppe. Un coloso de granito de más de 1.700 metros de altura que se alza solitario en mitad de la nada, sin que exista una cordillera. Están solo estos enormes promontorios de roca granítica. Es magnífico poder escalar en este mágico lugar, diferente y todo un reto, pues la escalada está llena de dificultades, principalmente por la rareza de la roca, a la que no estamos acostumbrados, pues casi siempre escalamos en caliza. También por las elevadas temperaturas, y a todo esto hay que añadir que estaremos solos, no conocemos los itinerarios de escalada, y si te piras (caerse y quedarse colgando de las cuerdas de seguridad según nuestro argot de escaladores) te destrozas la piel, ya que el granito es muy abrasivo y las puntas de los cristales de cuarzo te cortan como cuchillas. Mejor no cometer fallos o nos quedaremos sin piel. Dedicamos tres días a escalar. Primero estudiamos la zona, donde acampar, escoger la vía, como llamamos a la ruta elegida para escalar, después probarla, luego equipar por otra ruta más sencilla una línea de cuerdas fijas para que Emilio, nuestro cámara amigo, pueda ascender paralelo a Kike y a mí mientras escalamos una ruta mucho más compleja, y de este modo Emilio obtendrá unas tomas muy espectaculares, sobre todo al tratarse de una ruta de adherencia. La ruta elegida esta en una gran mole de granito casi plano llamado Sugar Loaf. Decidimos abordarlo por su parte central, y en apariencia no hay casi agarres, sólo resaltes de granos de granito que en ocasiones se rompen. Es muy bonita y espectacular. El día anterior quedó equipada la línea de cuerda fija para Emilio, y hoy llega el gran día. Hay que escalar esta delicada ruta, sin cometer errores. Comenzamos la ascensión más o menos asequible, hasta que llegamos a los largos verticales (cada 50 metros es un largo) que exigen de nosotros la máxima concentración. Un pie en adherencia, es decir no hay resaltes en la roca, simplemente nuestro calzado especial (llamados pies de gato) tiene mayor capacidad para adherirse a los pequeños granos del granito. La escalada es exigente y ahora ya se ha instalado el miedo en el cuerpo. Estamos a muchos metros de altura y ya sé lo que es volar en el vacío, aunque la cuerda de seguridad me ha detenido a tiempo y sin mayores consecuencias que unas cuantas raspaduras sangrantes en la piel. Son las cuatro de la tarde cuando alcanzamos la cima, estamos prácticamente deshidratados pero felices de alcanzar cima. La escalda ha sido un éxito, sobre todo al pensar que estamos solos, en mitad de un lugar mágico, tocando estas rocas que nos cargan de energía africana, y contemplando las infinitas llanuras de la sabana semiárida de Namibia. Es la escalada en roca más rara que he hecho en mi vida, y eso es precisamente lo que más me motiva. Frente a nosotros se alza, como un gigante rojo, la casi inexpugnable cima del Spiztkoppe, de más de 1.700 metros de puro granito. Lo comparamos con el Naranjo de Bulnes, en Picos de Europa, sólo que de granito, y con mayor desnivel. Es fantástico, y los tres lo admiramos desde la cima del Sugar Loaf, nuestro objetivo cuando salimos de España. Ahora desde la cima nos leemos la mente y casi al unísono y riéndonos decidimos que no podíamos marchar de allí sin intentar escalar este monolito pétreo. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es