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Diario de una aventura Desafío extremo Spitzkoppe (y 6)

Más de lo que esperábamos

El reto de escalar en esta remota parte del planeta ha resultado un éxito: muchas aventuras, muchos los kilómetros recorridos y muchos también los nuevos amigos

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Acampamos muy cerca del Spiztkoppe. Ya de noche, en el pueblo, aparece un tal Hans, del que nos habían dado buenas referencias como conocedor de la zona. Nos esperábamos a un tipo rubio y fuertote con ese nombre, algún alemán que decidió autoexiliarse a este lugar llevado por la fiebre del escalador empedernido. Nos dijeron que era el único que conocía en muchos kilómetros a la redonda la ruta para alcanzar su esquiva y vertical cima. Pero cuando aparece, la sorpresa es mayúscula: es un lugareño, de raza negra con un aspecto de fragilidad que daba lástima. Nos asegura que sólo él, entre todos los nativos, ha llegado a su cima empleando muchas artes caseras. A nosotros nos parece imposible pues la ruta será técnica, difícil y expuesta. Pero él resuelve decidido que si queremos llegar es la persona indicada. Acordamos su sueldo que serán 500 dólares namibios (unos 50 euros, una fortuna aquí), y a la mañana siguiente estamos de camino hacia el Spiztkoppe. Se nos presentó con la misma ropa que el día anterior y en zapatos. No lo podemos creer. Comenzamos por una canal de rocas y maleza. Seguimos la ascensión con trampas verticales, vericuetos difíciles de pasar, obstáculos continuos y muchos sectores de escalada, de pura escalada. Él progresa como un gato y nos da una lección de escalada magistral. Pasan las horas y llegamos a la parte más delicada, expuesta y vertical. Nos lleva mucho tiempo escalarla y casi parece imposible que este hombre haya encontrado este recorrido aparentemente imposible. Por fin asomamos detrás de una cornisa y ya está, se para y nos dice cima. Le respondemos no, esto no es la cima. Él responde que ese punto es la cima porque no se puede ir mas allá, pues es imposible por su dificultad continuar y, por lo tanto, eso es cima. No discutimos, porque esa es su cima, pero nosotros queremos llegar a la cima verdadera, por lo que nos ponemos nuestro equipo de escalada una vez más y buscamos un itinerario, algo que nos lleva mucho tiempo localizar, pues es cierto que la dificultad es enorme, incluso para nosotros. Pero encontramos una canal que desciende a un punto donde tomando otra canal conseguimos llegar a un collado, muy aéreo, que da acceso a la otra cara. Conseguimos con mucho esfuerzo y tensión alcanzar la otra cara, de caída vertical de más de 600 metros, y progresando por una vira de granito, donde incluso tenemos que saltar de un bloque a otro dejando por medio el abismo, para situarnos en la ultima grieta que nos abre las puertas a la cima central del Spitzkoppe. Estamos pletóricos de pisar este lugar tan difícil y recóndito. Ha sido expuesto y complejo llegar hasta aquí, sacamos nuestras banderas como siempre, para celebrar el éxito. Desde la cima alcanzamos a ver más de cien kilómetros en la lejanía, pues la atmósfera en Namibia es muy transparente y hacia cualquier lugar a donde mires no hay más que una enorme sabana semi árida de color amarillo que acongoja. Llega el momento de deshacer la ruta que nos ha traído hasta aquí y sólo tenemos tres horas antes de que se haga de noche. El reto de escalar en esta remota parte del planeta ha resultado un éxito, incluso más de lo que esperábamos. Han sido muchas aventuras vividas, muchos los kilómetros recorridos y muchos también los nuevos amigos. Incluso hemos encontrado un pequeño poblado en mitad de la nada, pero que existía una televisión con parabólica y nos invitaron a ver el partido de la final de España con Alemania. Imaginaos cómo disfrutamos viendo ganar a España, y toda esa gente de la aldea aplaudiendo y gritando: «¡España, España, España!». Fue una aventura perfecta, mucho más de lo que esperábamos. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es