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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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LOS PRESIDENTES de Asturias y de Castilla y León se han reunido, han firmado documentos importantes, han alcanzado acuerdos de vecindad. Es la vecindad asturiana, sí. Y si bien para Castilla y León, en general, Asturias es una tierra algo remota, para los leoneses, Asturias es la región de toda España más querida, más afín, más fraterna. Curiosamente, mucho más que Castilla, lo que no deja de ser extraño. Y no lo es porque León es la Asturias nueva, la que nació a este lado de la cordillera. Porque entonces fueron los asturianos los que vinieron a la meseta. León es hijo de Asturias y a la vez, padre. En ese juego, es curioso el papel de Astorga, que dio nombre a las Asturias de Oviedo. Astorga que, al parecer, viene del nombre celta del Esla, que es Astura. Todo esto es complejo, y yo no soy historiador, y acaso digo alguna exactitud, y me disculpo por ello. Pero lo que es evidente es que existe un mundo astur-leonés. Un entorno geográfico e histórico que no pudo configurar una comunidad autónoma cuando se decidió el mapa de la España actual. Entonces, y al margen de los sueños leonesistas, se habló de una región astur-leonesa, que unificara a las dos provincias hermanas en la historia y en muchas más cosas. Aunque diferentes, sí, en lo orográfico sobre todo. Y esa diferencia, junto con otras, evitó que no se creara esa autonomía aparentemente extraña, pero que no lo hubiera sido. Por algo la región eclesiástica de Oviedo incluye a los dos territorios, y también a la actual Cantabria en un mismo ente. Los antiquísimos límites de ese arzobispado, exceptuando a Cantabria, demarcan lo astur-leonés. Y lo astur-leonés es el otro mundo del noroeste. Junto con lo gallego. En León había interés por la autonomía biprovincial, pero en Asturias no. Tal vez porque desde hace un par de siglos los astures -antaño muy pobres- tienen prestigios ilustrados e industriales, y sobre ellos, y otras cuestiones sociológicas, edificaron una teórica superioridad sobre León. Que tan visible era, no sé si ahora también, en ciertas palabras que uno se encontraba antaño, al otro lado de Pajares. Eran cosas aldeanas, que supongo habrán descendido, aunque, a la par, se ha ido desarrollando un nuevo localismo ridículo, tanto en Asturias como en León. Una cerrazón. Como si los mozos de las aldeas -siempre más tenaces- se hubieran hecho con el poder seudo-cultural que difunde llantos e idiomas descompuestos y reinventados. Personas que sueñan con patrias bíblico-báblicas o babélico-lleunesistas que, sobre todo, no existen. Pero existen Asturias y León, y todo lo que contribuya al mutuo conocimiento y desarrollo es bueno. Porque León necesita a Asturias, es su complemento natural. Y Asturias necesita a León. León es demasiado rural, conservador en determinadas prácticas y usos, mientras que Asturias es más urbana, más moderna aunque no tenga el MUSAC. Y León le da a Asturias una profundidad geopolítica que no tiene, porque la querida región norteña es un mini-Chile horizontal y estrechísimo que anhela la expansión de la mirada al sur de las montañas. No olvido que hay una parte de León que está más próxima a Galicia que a Asturias. O que reparte al cincuenta por ciento sus fidelidades exteriores. Me refiero al Bierzo, naturalmente. El Bierzo, que es el lugar donde lo astur, lo galaico y lo leonés se funden armoniosamente; y de esa mezcla nace lo berciano. Que también existe. De algún modo, o de muchos, Asturias empieza al sur de Coyanza, y León empieza en Gijón. Y Galicia empieza en Valcarce, y el Bierzo empieza en Valdeorras. Todo sin acritud, sin discursos necios que a ninguna parte van. Lo moderno es la apertura, la contaminación venturosa. Porque León es muy asturiano, y Asturias es muy leonesa.