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Preservativo del siglo XIX

El anticonceptivo fue hallado en el proceso de revisión y nueva catalogación de una parte de los fondos históricos de la biblioteca. Se presume que fue introducido por algún estudiante de la época

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efe | salamanca

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La Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca muestra en una de sus vitrinas un preservativo hallado en el interior de un libro de Medicina del siglo XVI. Se trata de un condón elaborado con tripa de cerdo, que lleva en su extremo una cinta de color azul que servía para ajustarlo al miembro viril, según ha explicado ayer la directora de la Biblioteca, Margarita Becedas. El anticonceptivo fue hallado en el proceso de revisión y nueva catalogación de una parte de los fondos históricos de esta biblioteca, considerada como una de las mejores de Europa por la cantidad y la calidad de los textos que alberga. En realidad, se encontraron dos preservativos «perfectamente envueltos», añade Becedas, en una hoja de periódico de 1857 que a su vez estaba en el interior de un manual de Medicina de siglo XVI. Las investigaciones posteriores han determinado que los condones son del siglo XIX, por lo que se presume que fueron introducidos en el libro por algún estudiante de la época que estaba consultando el manual médico. Junto con el preservativo se muestran objetos curiosos encontrados en el interior de los libros. Para identificar el condón, los responsables de la biblioteca se han servido de un reportaje publicado en una revista científica en el que se habla sobre estos preservativos históricos, titulado «Es lo que parece». Existen evidencias del uso de preservativos por higiene entre los romanos y, con menor certeza, entre los egipcios, aunque no es hasta el siglo XVI cuando se consideran oficialmente inventados. El responsable de su creación es el anatomista y cirujano italiano Grabiele Fallopio, el mismo que describió los canales que conducen del ovario al útero, las trompas de Fallopio. Este médico diseñó una vaina de tripa de animal y lino, que se fijaba al pene con un lazo de color rosado, destinado a prevenir enfermedades de transmisión sexual como la sífilis y la gonorrea. Un siglo después, el conde de Condom, médico personal del rey Carlos II de Inglaterra, perfeccionó el preservativo de Fallopio, utilizando como materia prima el intestino de cordero estirado, que lubricó con aceite.

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