Esa procesión

CRUZAN cada día mi camino otros que llevan el suyo a Compostela, todas las mañanas del año, incluso en la inclemencia invernal de eneros cenizos... es tropa dispersa, trazas desiguales, con pintas varias, muchas pintas, ligeros de ropa en la calora, forrados cuando sopla biruji, plastificados si mean los cielos, con bastones muchos, con mochila todos, cantimplora que no falte, arrastrando botas más de uno, reventados de ampollas los novicios del jacobear, aliviados los reincidentes porque saben que este paso leonés es lo penúltimo y bromeando con otros peregrinos sobre las infernales retesteras palentinas ya superadas cuya horizontalidad añorarán cuando lleguen los puertos, retuertos y cuestonas del laberinto galaico... mazando la sesera con paso pilón, triturando los pecados que van dentro para que el santo los perdone mejor, pensando en todo lo que se ve para no pensar en nada de lo visto... pensando sólo en llegar. Cada uno trae en su cabeza un mundo, una novela y un teatro que puede ir del drama a la comedia (Paolo Coello montó la suya, por ejemplo, porque hizo el Camino por el forro y tocó de oreja, pero ahora en Brasil se hacen peregrinos hasta los negreros)... traen su barullo en la conciencia y algún delito escondido, un sueño nunca alcanzado, una aventura imaginada, otros amores que se esperan tras la próxima curva y siempre se aplazan para la siguiente... Los hay que creen en todo y quienes no creen ni en algo, unos se palpan el alma y otros sólo el músculo (el camino como gimnasia y el trecking como moda), hay devotos de lo mágico, ecosenderistas, entrenadores que hicieron alguna promesa a su Virgen de los Esparabanes si no descendían a segunda, matrimonios franceses antañones, dos rapazas que no esperan a otras tres del comando que piden en vano que aflojen, cinco presos con un monitor y un jefe de prensa que va predicando las nuevas y piadosas bondades carcelarias, algún pijo con sahariana planchada, tres mujeres algo cecinas que fueron funcionarias, unos ingleses que toman notas, un comediante con bordón, pollino y escudilla de sopa boba, la pandilla cicloturista de rigor... Siéntate un rato junto al camino y te verás pasar a tí mismo metido en otras botas. Todo lo que te parezca distinto es en el fondo lo mismo.