Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Fiarse de la Virgen, pero correr

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VICTORIANO CRÉMER
León

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ES OBLIGADO confesarlo: León, lo que se dice Legio Séptima Pía Félix, no ha tenido suerte con los milagros. Siempre que nos cae uno en suerte es para que construyamos una ermita o para que apoyemos una donación para las campanas. Cuando a la Virgen de los Caminos, a la que adoramos dentro de lo que coge, la dio por aparecer, lo hizo en la campa desértica de La Virgen del Camino, una explanada sin árboles, sin arbustos sin nada que llevarse a casa para el sostenimiento de la familia en huelga, como casi siempre. Y algo parecido le sucedió a Ponferrada, que fue la Señora y la dio por aparecer a los humanos dentro de un fanal apagado de encinar. Y luego, como siempre, le tocó al buen samaritano, al devoto y al rosariero la construcción del Alcázar y la correspondiente dotación. Y si les daba a las dos señoras por hacer algún milagro, pues lo hacía y el pueblo se sentía honrado y salvado. Claro es que siempre que para conseguir los fines, fueran religiosos, laicos o sociales, los que tienen que poner el dinero es el pueblo fiel. Y pidiendo, siempre, que no parece sino que a los santos aparecidos siempre les hace la boca un fraile, el caso es que los santos de León, no hacen milagros, propiamente dichos. A la Virgen del Camino se le atribuye una navegación verdaderamente asombrosa, en un cajón que daba la sensación de que podía ser una representación del Arca de Noé y cuyas astillitas, arrancadas a navaja, tenían el privilegio de curar el mal de la dentadura. O sea, que los leoneses, salvo casos que desconocemos, no tienen atribuidos milagros especiales, salvo la aparición de la propia protagonista. En cambio -¡ya ven ustedes lo que es habitar en una capital de tronío!- en Madrid está causando sensación la milagrería de una Virgen que además de hacer milagros y de aparecer en el momento oportuno, le saca a las beatísimas millones de pesetas o de euros (que convierten a la vidente santa, Amparo Cuevas, a la cual se le acusa de extorsión, estafa y asociación ilícita más detenciones ilegales y coacciones) en un ser privilegiado que las ve venir. Y en mi condición de leonés exento de Virgencita milagrosa que me depare denarios para enjugar mis muchas deudas con motivo de la dichosa huelga de los camioneros descarriados, me encomiendo a Santo Martino, por ejemplo, demandándole que se moleste un poco y haga el milagro al cual aspiramos todos: el fin del movimiento huelguístico o lo que resultare a fin de que, llegado el fin, nos sea dado a los pobres de este mundo comer caliente. Porque, diga lo que quiera el señor Rubalcaba y sus compañeros de aventuras, el problema no es de camiones ni de guardias. Es cosa de la Virgen del Camino o de la virgen de Amparo Cuevas, la santera de El Escorial. Elevemos el corazón a la Virgen de Doña Amparo, en vista de que la del Camino no ejerce. Y la huelga sigue, y sigue, y sigue¿ Como el XXXX. ¡Y viva Pérez de Guzmán!

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