Ellas tienen otra mirada

La fotografía en la pared de Emily Lowell preside una de las mesas del bar Senso, en la plaza del Conde Luna. Junto a ella, las miradas de las escritoras más sobresalientes que vivieron en la Francia de los años veinte contemplan al contertulio. Es una oportunidad de oro para revivir los estudios de género de las escritoras expatriadas, «que casi siempre han estado a la sombra, pero que empiezan a emerger». La idea de convertir este pub en un lugar de encuentro con las autoras del modernismo, además de un enclave nocturno donde alternar la tertulia con el baile, es de la profesora de Literatura en la Universidad de León, Marta Sofía López. «La literatura de la mayor parte de estas escritoras la enseño en una de mis asignaturas». Los libros Desde la orilla izquierda y París era mujer , del que también existe un documental, destaparon la vida de estas mujeres «que fueron las grandes motoras de la cultura». La presencia fotográfica de Natalie Clifford Barney, que organizó la tertulia literaria más importante de París, Gertrude Stein, Sylvia Beach o Margarita Yourcenar, causan un impacto visual que pone al cliente sobre aviso de la existencia de otros mundos, de vivencias de mujeres. «La lectura de Virginia Woolf, autora de Una habitación propia y Tres guineas debería ser obligatoria», dice Marta Sofía López, « Tres guineas descubre un mundo antimilitarista, pacifista, en el que propone que las mujeres deberían crear otro tipo de sociedad, para entrar en el mundo de otra manera, no en competencia feroz. Sólo con leer los dos libros de Virginia descubrimos muchas cosas. La lectura de todas estas escritoras nos enseña mundos variados, porque son diferentes entre sí, pero todas con una riqueza estética y una riqueza de experiencias vitales tremendas». El bar Senso acaba de abrir sus puertas en León, en pleno centro histórico, «queremos que sea un sitio donde la gente esté a gusto». Un texto de Marta Sofía López, grabado en el cristal de la puerta, habla de espacios para mujeres, «pero no sólo necesariamente para ellas, sino para todo el mundo, un sitio donde las personas puedan venir a desayunar por las mañanas, a leer el periódico, y que por la tarde puedan venir a tener una tertulia de lo que sea. Y por la noche se pueda tomar una copa, pero charlando. Me encanta esa mesa en la que parece que Emily Lowell está tomando café conmigo». Un espacio con un laberinto donde adentrarse, con pistas textuales que marcan las paredes.