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NADA conmueve, emociona o aterra más que un niño... un niño hambriento, un niño pizpireto o un niño perverso. Un niño en una novela gana lectores. En una película de miedo, escalofría. Y en un anuncio de champú, contagia maternidades y ganas de blandura o mazapán... Una tragedia con niño conmociona. Un abuelo con niño enternece. Un cura con niño abusado subleva. Un niño con nombre nos hace pensar en sus padres o en nosotros mismos. Un niño en un campo de refugiados nos dura un segundo y nos pide zapping... Todo, porque en el niño creemos ver nuestra propia inocencia perdida, esa que ya nunca recuperaremos. Por esto se tienen los niños: para ser propietarios de algún futuro mejor, para robarles algún trozo de inocencia y para cargarles con los sueños que jamás se cumplieron o con los proyectos de los que no fuimos capaces. Los niños son propiedad de alguien. Así que, de siempre, fue muy jodido ser niño. ¿Quién no se rebeló y maquinó contra la dictadura paterna?, ¿quién no soñó alguna vez con su mutis por el foro, con tener otros padres y hasta con una muerte que les fulminara y vengara de tanto absolutismo y tanta orden?... En todo niño duerme o se fabrica algún trauma. Las dolorosas perplejidades que proporciona la perra vida le dejarán señales o tendencias, porque la fragilidad mental de un niño es total y cualquier nimiedad puede tener un impacto brutal en su educación y marcar tendencias. Un simple halago o estímulo conjuró el complejo o la timidez de muchos que después fueron genios de la física o las artes. Todo depende de la educación que le toque a cada uno y de la terrible suerte de nacer de pie, de culo, sentado o de ala, porque se dan en la vida todos estos casos, de modo que habrá niños para toda situación, gusto y problema... Y niños buenísimos con peana, toda una ristra en el santoral. O niños prodigiosos, niños geniales, niños felices, niños-niños, niños divertidos, niños azotados, niños parapeto, niños comprados, niños mancillados, niños tristes, niños feos, niños violados, niños lelos, niños gordos, niños extraños, niños canallas... niños muertos... ...y niños perdidos que se les aparecen a los suyos en las curvas peligrosas del dormir, menos Madeleine, que ni en sueños ni en fiscales aparece.