OPINIÓN
Servicio de ¿seguri... qué?
ESTOY CONVENCIDO de que las personas que componen el Servicio de Seguridad Nuclear son competentes, honrados padres o madres de familia, y gente que incluso pagará las multas por aparcamiento indebido. Pero desde los lejanos tiempos de la Dictadura, el Consejo con frecuencia ha dado muestras de una gran inseguridad y su actuación de cara a la sociedad siempre me ha suscitado la sospecha de que, en lugar de personas independientes, parecían todas empleados a sueldo de las centrales que tienen que vigilar. Excepto durante el escaso periodo en que el admirado Felipe Mellizo se hizo cargo del departamento de comunicación, y arrojó algo de luz, y abrió un poco las puertas del Consejo, parece que la misión del organismo se mueve bajo la consigna inamovible de «sin novedad, señora baronesa». Entre la prudente filosofía de no causar alarmas innecesarias y la imprudencia temeraria de avisar del incendio cuando las llamas llevan ya una horas cumpliendo con su deber, o sea, ardiendo, creo que hay una distancia bastante enorme. Que los guardas de seguridad de la central de Vandellós prohibieran a los bomberos entrar a la central, cuando ya se habían puesto en marcha los planes de emergencia, emanados del Consejo de ¿Seguri... Qué? Nuclear. Es un incidente del que tendrán que emanar responsabilidades, no de los guardas, que se habrán limitado a cumplir las órdenes, sino del cenutrio que impartió órdenes tan arriesgadas. Quienes, no es que seamos partidarios de la energía nuclear, sino que estamosconvencidos de que, de momento, no hay otra alternativa mejor, nos parece que el Consejo hace todo lo posible para que llegue un día en que no tengamos agua caliente para ducharnos, ni podamos conectar el aire acondicionado. Y que, en tantos años, nadie haya sido capaz de darle una pátina de credibilidad al Consejo obliga a sospechar que sus miembros son topos de Green Peace.