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FIARSE de la capacidad profesional y del entendimiento de lo público de Sosa Wagner no es riesgo de crédulo, sino obligada sensatez. Sabe de lo que habla, habla de lo que conviene al común y comunica la solvencia ética de quien llega a la política no para ganar, sino a cuenta de perder espacio personal, sosiego, tiempo y seguramente algún amigo. « La política es un asunto demasiado serio como para dejarlo únicamente en manos de los políticos », los que hacen oficio del servicio, carrera con el poder y deporte con la intriga o el desdecirse... así que ¿cómo no dar la bienvenida a la palestra del debate público y de la lucha electoral a Francisco Sosa, don Paco, experto en maremagnums de derecho administrativo, pensador de hebra y domador de palabras, internacionalista irredento y patriota de todo lo español que nos es común en un patio de Monipodio donde se congrega el ladroneo nacionalero y la ratería pirulera de lingüismos y hasta jergas que se reparten el territorio entendido como botín histórico y finca propia?... Bienvenido, pues, al debate político de las próximas elecciones europeas que podrá darle voz en Estrasburgo representando al partido Unión, Progreso y Democracia que capitanea Rosa Díez y en el que descolla Fernando Savater y un buen etcétera de gentes pensadoras que no entienden la política como profesión ni como carro de logreros en procuración. Causa cierta extrañeza que de la política española se hayan ido fugando gentes de la razón, la universidad, la ciencia y la órbita intelectual. No es menos cierto que en no pocas ocasiones fue expulsándoles de la friega (y la refriega) la mediocridad de políticos de ventura y sueldo que copan órganos y aparatos, recelándose del pensamiento libre y crítico de quien no necesita la política para vivir o medrar. También es verdad que no pocos intelectuales agazapan su mudez y la deserción de su compromiso público en esos fondos de reptiles del subvencionado, premiado o mantenido que instruyen organismos y oreganismos de monte entero. Paco Sosa no ha apostado a siglas ganadoras. La Upd no garantiza el pillar cacho de reparto, sino el plantar voz donde el prior manda callar y una pica parlamentaria en los flandes de la Europa soñada y necesaria. Bien.

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