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Cosas de aquí y de allá | Tiempo de oración

Treinta días entregados a Alá

El tiempo bendecido por su creencia religiosa modifica durante un mes los hábitos de los mahometanos que viven en las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla

luz solar

Publicado por
Ángela Perazzi - melilla
León

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«Ha llegado Ramadán, un mes bendito en el que Alá nos colma con sus bendiciones, nos transmite su misericordia, perdona nuestras faltas y responde a nuestras súplicas. Durante este mes Alá premia con la riqueza los buenos actos y da cuenta de ellos a sus ángeles». Así reza un dicho profético de Mahoma que los musulmanes no olvidan nunca y, menos aún, durante el mes de ayuno. Lo cierto es que este precepto -que es uno de los cinco pilares del Islam- es difícil de cumplir. Sin embargo, la mayoría de los musulmanes lo hacen con convencimiento y resignación porque es un periodo en el que se incrementa la vida espiritual. Tanto es así que está prohibido insultar, hablar mal y se suma un rezo más a los cinco diarios que obliga el Corán. El Ramadán modifica durante treinta jornadas los hábitos de los mahometanos, puesto que la prohibición de ayunar de día les empuja a vivir más de noche, lo que hace más frecuentes las reuniones familiares y los paseos nocturnos. Este hecho quizás se note más en Ceuta y en Melilla que en otras ciudades peninsulares por la gran cantidad de musulmanes que residen en ellas: el 38 y más del 40%, respectivamente. Sin embargo, la rutina de ambas localidades no se paraliza, ya que todos continúan con sus actividades habituales y sin ningún tipo de altercados. Así, son pocos los comerciantes musulmanes que cierran sus establecimientos toda la tarde; la mayoría tan sólo lo hace media hora antes de la ruptura del ayuno, que este año se realiza sobre las nueve menos cuarto, con la idea de preparar la mesa y compartir los platos típicos de esta época como los dátiles, las shubarkias (dulces árabes) o la harira, que es una sopa de legumbres con gran cantidad de nutrientes. Tradicionalmente son las mujeres de la casa las responsables de la gastronomía, aunque muchas cuentan con la ayuda del servicio, que en las ciudades autónomas es mayoritariamente musulmán, y que se convierte en un gran aliado, puesto que permite a las señoras desentenderse un poco de las tareas del hogar cuando regresan del trabajo. Aunque hay quien asegura que en las ciudades autónomas el Ramadán no se percibe más que en otras localidades, lo cierto es que hasta los gobiernos se implican en la celebración de esta festividad. Ejemplo de ello es que las ciudades se engalanan con luces y que se ha diseñado un programa específico de actividades, entre las que no faltan las rupturas de ayuno de carácter institucional, los campeonatos deportivos, los cuentacuentos y obras de teatro en tamazight , idioma materno de los musulmanes melillenses. Además, en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla se aumenta la frecuencia de comidas típicas en Ramadán y se organiza una fiesta para pequeños y adultos cuando finaliza. En ambas ciudades africanas el Ramadán es una festividad autóctona que el resto de religiones tratan con respeto, a pesar de lo cual, muchos emigrantes musulmanes vuelven a sus países de origen para cumplir con este precepto con los suyos, en parte, porque consideran que el ayuno es más duro si se está en un medio no islámico. Así, esta fecha es también sinónimo de encuentro y de fraternidad incluso con enfermos desconocidos a los que se visita en hospitales o en sus casas.

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