Diario de León

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ÚLTIMA página de « La Voz de Galicia »; fecha: 4 de septiembre; titular a cuatro: « Atraca en A Coruña un crucero con más de 1.700 gais ». ¿Gais?... ¿es gallego, castellanización o anglicismo?... si el plural de rey es reyes, ¿el de gay no es gayes?... ¿y gayses?... vaya lío, aunque ese gais galego parece oportuno (y que digan gueis los que vayan de posturita o de opening). Pero la noticia no era el plural, sino el pluralísimo, los 1.700, cuánta tropa; y el fabuloso crucero que carroza su hotelera odisea marítima, el «Constellation», uno de los cuatro buques gemelos de esa compañía. Casi todo el pasaje era norteamericano. Hicieron escala en La Coruña, después en Lisboa y a estas alturas habrán anclado en Barcelona, final del gozo... y Ramblas a saco. El buque es la órdiga: doce plantas, gimnasios, piscinas, golf, canchas, bares de toda clase, yacusis de agua dulce y salada, restaurantes, cines, teatro, salones de fiestorro... Esta compañía de cruceros asegura haber descubierto un filón. El mercado homosexual no es solo emergente, sino apabullante. El gay es un atractivo consumidor, no suele tener cargas ni hijos a su cuidado, son gente cultivada, refinada y mecida o seducida por los hedonismos del «todo y ya» de estas prisas de hoy. Y propenden a darse homenajes después de que la historia se haya cebado en darles palos, así que la industria de la moda, y del ocio (o de los homenajes) se frota las manos y aplaude con los pies lo creciente de este negoción. Son rumbosos en el gasto. Y los ricos, un delirio. Anotaciones a lápiz al pie de la página: ¿Por qué les gusta tanto convertirse en gueto y en aparte a aquellos que padecieron el gueto y el margen?... en ese buque-bosque de lujos, ¿no se está discriminando a todo el que no profese la fe en el arco iris?... ¿y qué habrán pensado las coruñesas de merecer?... hija, cuánto desperdicio, pero fíjate en qué buenos están casi todos, qué lastima... y así quedan ellas relamiéndose la pena (casi todos los homosexuales triunfan o despiertan cariños en las mujeres más decididamente hembras o peligrosamente solteras, oh misterio). Pero a quien no vi en las fotos de la crónica, aunque quise imaginármelo, fue a Rodolfeiras R. S., un homosexual coruñés, viejo amigo majete y locuelo, con una pancartona de entusiasta recibimiento que dijera «Mais gais».

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