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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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TAMBIÉN NOSOTROS, los españoles de la Cuba disputada a cañonazos por los Estados Unidos, recién aparecidos, también nosotros, como descubridores y animadores de territorios, que fueron después motivo de la actividad dominante de los mismos Estados Unidos; digo y repito que también los españoles, nietos del noventa y ocho, cuando el «Maine» demostraba ya la pretensión de América de llegar a culminar su decisión de llegar a ser el país más poderoso del mundo. También, digo y repito, nosotros, españoles del despojo y sufridores de la insidia y las malas artes del perjuro, tenemos el deber de interesarnos por el resultado de las elecciones ya en el período de culminación mediante la cual o mediante las cuales las tierras del privilegio, los países todavía sin acabar de hacerse después del descubrimiento y de la conquista, se verán gobernados por otros hombres que no serán George Bush, afortunadamente. Confiados en la misericordia divina esperamos que el resultado de la confrontación entre demócratas y conservadores nos proporcione al resto del Universo mundo, motivos para sentirnos seguros y satisfechos con el resultado de los reñidos comicios. Es obvio adelantar que al final serán los Estados Unidos de América los que seguirán dominando todas las situaciones que se produzcan y que las buenas gentes de la España peregrina y descubridora seguiremos rogando, con la rodilla en tierra que los americanos no nos olviden en sus momentos de euforia y de reparto. Claro es que lo que nos obliga también a nosotros a examinar con serenidad y conocimiento la posible transformación que se provoque en esta histórica recuperación del nuevo espíritu del gobierno del mundo, que no produzca la confusión política que se suele manipular en casos análogos, sino la posibilidad de reforma sobre la marcha, como sucedió a Don George de Guantánamo; y es que el rival, el contrario, el enemigo al menos inicial, es un muchacho negro y distinto que asegura que ha llegado el momento en el que los Estados Unidos se plantean la exigencia de acogerse al obligado cambio que anuncian los entendidos. Si esto ocurriera y Barack Obama llegara a dominar la situación y ocupara el sillón de la regencia de América y del mundo, también nosotros, como sucedió con el declinante Bush, en aquella famosa reunión de los tres tenores, tendremos la correspondiente invitación para el sarao y quien sabe si también otro motivo de desilusión, también como ocurrió cuando el que mandaba en el mundo era blanco. Le espera al mundo, nos espera a los españoles un tiempo de expectación, de duda y de zozobra¿ Que los dioses nos libren de presidentes y gobernaciones blancas o negros. Porque, como se lamentaba Pedro Páramo en El llano en llamas , «hace muchos años que está aluzada esta ventana y noche tras noche»¿