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El desgaste del cartílago endurece los huesos y provoca que crezcan las deformidades

La artrosis llega a reducir un 25 por ciento la capacidad física del afectado

El tratamiento ayuda a rebajar el dolor, mantener la movilidad y evitar la incapacidad

Publicado por
M. García león
León

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Según los expertos, la artrosis provoca en España alrededor del 30% de los casos de incapacidad laboral permanente y es la principal causa de incapacidad en los ancianos. Aunque la padece el 70% de los mayores de 65 años, sólo en la mitad es lo suficientemente severa como para desarrollar los síntomas. Suele aparecer antes en los hombres, pero las mujeres son las más afectadas. En los menores de 55 años la distribución es similar en ambos sexos, pero en edades más avanzadas la cadera está más afectada en los varones, mientras que las articulaciones interfalangicas y la base del dedo pulgar son más frecuentes en las mujeres. Aunque puede atacar cualquier articulación, aparece generalmente en los dedos de las manos, rodillas, caderas, dedo gordo del pie y la columna cervical y lumbar. Conocida también como osteoartritis o enfermedad articular degenerativa, su origen se vincula al desgaste de la superficie del cartílago, que permite el movimiento de los huesos, haciendo que se endurezcan, proliferen los bordes y crezcan las deformidades. Además, aumenta la producción de líquido sinovial, los ligamentos y las membranas articulares sufren, duelen y se altera toda la estructura articular. A continuación, se tensan los músculos que la cubren, quedan contracturados en respuesta refleja al dolor y se atrofian. Al principio es indolora, pero a medida que la patología progresa se hacen más persistentes las molestias y es el dolor el que lleva al paciente a la consulta del médico. Es un dolor típico que aumenta con el ejercicio y mejora con el reposo. Es característica la rigidez de la articulación al levantarse por la mañana o después de una inmovilización (estar sentado, un viaje largo) y puede haber dolor a la palpación, crepitación ósea, aumento de calor en la zona afectada y, si la enfermedad está avanzada, deformación articular y disminución de la capacidad de movimiento. La artrosis incide en la calidad de vida de los afectados, ya que puede reducir hasta en un 25% su capacidad física y en un 8% su capacidad emocional, por el dolor generado que se traduce en angustia y estrés. Diagnóstico y tratamiento Ante la sospecha de la enfermedad el especialista podrá confirmar y determinar su severidad mediante un examen físico de las articulaciones, radiografías, extracción de una muestra de líquido sinovial (si se trata de la rodilla) y un análisis de sangre que permite descartar otras enfermedades. Como es una enfermedad crónica y progresiva, las medidas terapéuticas se dirigen a disminuir el dolor, mantener la movilidad e intentar no llegar a la incapacidad. Entre los tratamientos utilizados están el farmacológico y la aplicación de calor antes del ejercicio para aliviar el dolor y reducir la duración de la rigidez, la pérdida de peso en los pacientes obesos o hacer ejercicios suaves con las articulaciones enfermas para evitar su flaccidez y fortalecer los músculos. Es recomendable la natación, ejercicios en el suelo o suaves paseos, siempre bajo control médico. Si está afectada una extremidad inferior, el uso de bastón en el lado sano reduce el peso que soportan las articulaciones, y si se trata de osteoartritis de cadera conviene emplear muletas si ambas están afectadas. Nunca es recomendable la inmovilidad. La cirugía ortopédica (prótesis articulares) para suprimir el dolor y restaurar la función está reservada a los pacientes con articulaciones gravemente dañadas en los que haya fallado el tratamiento médico agresivo.