Diario de León

Los horarios y la dedicación de los niños es el «principal problema» de las familias españolas

Una encuesta revela que los abuelos amortiguan la soledad de los niños

Son el comodín que permite la conciliación familiar hasta que los padres llegan a casa

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Mateo Balín - madrid
León

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Algunos dicen, con sorna, que con la llegada de sus nietos les ha tocado vivir una segunda paternidad. Otros, con entusiasmo, que hacerse cargo del retoño es un regalo caído del cielo. Y unos más, con pragmatismo, que lo hacen para que su hijo salga adelante. La figura del abuelo ha cambiado de rol: ya no es el pariente de vacaciones o el que cuenta batallitas de su juventud. La transformación de la familia española, con la figura de la mujer a la cabeza, ha hecho que el veterano de la casa se haya convertido en imprescindible para permitir que sus descendientes concilien trabajo e hijos. Los sociólogos coinciden en que los horarios y la dedicación de los niños es el «principal problema» de las familias españolas actuales. Y, para solucionar el día a día, los padres se las ven y se las desean para llevar a los niños a la escuela, darles de comer, ir a buscarlos, prepararles la merienda o pasar la tarde. Pero como conciliar estas tareas es misión imposible, en el caso de que padre y madre trabajen, que es lo común, sólo queda una solución: llamar a la puerta de los abuelos. Esta es la decisión que toman tres de cada cuatro matrimonios con hijos de entre 6 y 14 años, según un informe sobre infancia de la Universidad de Comillas, la Fundación SM y el Movimiento Junior. Un fenómeno muy español con respecto a los vecinos europeos, si bien allí existen mecanismos más flexibles para que los padres se las puedan arreglar, véase la reducción del horario laboral o acercar la escuela al trabajo. Amigo y confidente Así, el abuelo adquiere un papel estelar en el desarrollo del niño, al convertirse en padre, amigo de juegos y confidente. Una figura que amortigua la soledad del menor cuando llega a casa después de la escuela, algo que ocurre con el 17 por cienro de los pequeños y siente uno de cada cuatro, según dicho estudio, elaborado con las respuestas de 15.000 escolares de primaria y secundaria de más de 600 colegios. Es más, el 14 por ciento de los niños vive con alguno de sus abuelos, bien porque sus padres se han separado o se han quedado huérfanos, y el 86 por ciento reconoce que, pese a la intensidad de la relación, les gustaría verlos todavía más. Una situación más común entre los pequeños que viven en pueblos que en ciudades, en donde, por otra parte, se suelen dar más casos de familias en las que los dos padres trabajan. Cuando la madre es trabajadora con condiciones precarias, hay un factor que degrada el trato frecuente de los nietos con los abuelos, porque son las que menos les ven semanalmente: sólo de vacaciones, y si acaso. En este caso se incluye el 17 por ciento de niños que tras salir de la escuela pasan la tarde solos, pegados a los videojuegos o viendo la televisión, hasta que sus padres llegan a casa. Se trata de familias de clase baja o de procedencia extranjera, según cita el informe, que los enumera en unos 350.000 de entre 6 y 14 años. Para romper este aislamiento, este porcentaje de niños se incluye en el 43 por ciento que dice disponer de un teléfono móvil para su uso personal, una proporción que en la preadolescencia se duplica hasta alcanzar al 82 por ciento de los menores. Los mentores del estudio, los sociólogos Fernando Vidal y Rosalía Mota, concluyen que aunque la mayoría de los pequeños comprenden la situación de sus padres, «es hora de poner los cimientos de la conciliación laboral y familiar por el bien de los menores».

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