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NOCHE con Fer, Kim y Kap. Largamos y largamos lo que no está escrito ni dibujado. Arricio acompaña y estimula y, al fondo, Lolo, Paco Flecha... y Martín Favelis (ché, ¿viste, loco?) que recosió con tutoría el curso de verano « El humor, asignatura pendiente » que promovió la Universidad y el Musac alojó (y mira por dónde, al fin pisé esa basílica del arte obtuso y emergente, cosa que no hice hasta ahora porque jamás nadie me invitó y porque uno intenta conducirse prudentemente en la vida con el viejo principio que ha gobernado esta realidad cazurra desde antaño, a saber, « ande no te llaman, qué coños te quedrán »). A quien no frecuente el dibujo para estimular la risa buena y medicinal le sonará este trío de Fer, Him y Kap a funambulistas de circo ukraniano o quirománticos de guardia en las noches adivinadoras de una pedorrilla televisión local. La gente formal y normal no se llama así. Menos mal que ellos conjuraron hasta la formalidad de sus nombres y apellidos: Fer(nández), (Joa)Kim o Kap(devila). Y firman la gracia (que es el estado de salud del alma y no sólo el chiste) sin ir de graciosos. Dibujan la sátira para entender la vida. Fabrican la sonrisa para espantar la muerte y aplazarla. Y sueñan, como nadie, cambiar el mundo sin empujar ni joder. Deben ser discípulos leales de la vieja consigna romana « castigat ridendo mores » (castiga o corrige las costumbres riendo). ¿Acaso hay otra forma de hacerlo para no acabar a cristazos o en trincheras?... Hablamos de todo en estas jornadas, que eran académicas, pero de solemnidad laminada y sin pirulo catedrático pinado. Hablamos de la vida, pero no de la bolsa; de los listos con sartén y de los tontos con corbata, de la risa hija de la inteligencia amable... y que «de esta vida sacarás... lo que metas, nada más». A la realidad, a la tragedia y a la muerte hay que estirarles los labios levantándole una sonrisa que espante su daño o lo suavice. Este Curso de Verano se ha demostrado necesario y repetible. Repítase. Si la risa se inventó para no estar llorando todo el día la fatalidad de la existencia, hagámosle un santuario al escojone bendito y un aula permanente donde se recete la pomada del buen humor desterrando de una vez la bilis negra (la atra bilis que nos hace atrabiliarios). Va siendo urgente.