Diario de León

Creado:

Actualizado:

LLEGÓ la Fiesta del Pastor y es costumbre que pliegue el mantel de este altarín y tome la vacación que merecen los lectores a los que confundo o atribulo. Este año harán rabadán mayor a Paulino García y me dolerá no poder acompañarle; comparezo en Aranjuez a recoger unos honores. Me dolió la coincidencia y quiero que mi palabra le acompañe en Barrios de Luna y que Félix García, alma mastinera de esta gran romería, lea estas notas urgidas, transmitiendo mi felicitación al pastor mayor, Antonio Ramón Martínez, y al otro rabadán, Marcos Díaz. Conozco bien a Paulino. Es hombre de gran ley, vaya por delante, y también que es mi padrino en puertos, majadas y chozos, mi instructor en lo que sepa yo del universo ovejero y sus aulas de hierba y viento. Paulino es, a todos los efectos, familia. Tributándole respeto desde la peña leonesa hasta Cáceres, por el Manco le conocen y la culpa la tuvo un arañazo forroñoso de alambre que le gangrenó el brazo siendo mocín en el puerto; pero nada le impidió resolver una vida y un oficio que exige cuatro brazos y ojos en la nuca para oler al lobo. Y lo ha hecho con alarde y facultades que maravillan. Porque Paulino está hecho de peña, raíz de gorbizo e intemperie y por eso nos parece a todos una montaña. Supondrán ustedes que el corazón que le late ahí dentro es también enorme. Doy fe. Y les resumo las virtudes de un hombre cuyo nombre quedará grapado a estas montañas como mito pastoril: Su oriundez asturiana de Quirós le otorgó la franqueza y el empuje. Bregó como el que más. Es señor de sí mismo y pastoreó su propio ganado. Nunca desmidió la ambición y ha estado donde quería venciendo los hocicazos de jabalí que da la vida. Su apretón de mano vale por dos. Legal en la palabra. Inquebrantable en el trato. Para él la mentira es lo peor, pues de ahí nace todo lo malo. El rebaño fue siempre su querencia. No he visto quien entienda más de ovejas; hasta el veterinario le pide opinión. Podría dormir arrebujado en un banzo si lo pide el rebaño o el andar. Y en cuanto a perros, que nadie discuta a Paulino; la pureza de sus mastines fue sagrada y sus careas aprendieron latín. Paulino, en fin, es de lo que no queda. Háganme caso y quédense con esta cara, con su nobleza y biografía. Y si tienen el privilegio, con sus calderetas insuperables.

tracking